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PRÓLOGO

PREFACIO

EL LABRADOR SOLITARIO: CONSTANCIA Y SORPRESA EN FELIPE GARCÍA QUINTERO

La infancia es el árbol que niega sus dones

La fauna del cielo en las jaulas del alma

¿Quién vive?, que no sea la escritura

El regreso a La herida del comienzo (2005)

El fruto maduro del olvido

Para el hambre vive el cuerpo

La soledad roída del lenguaje

BIBLIOGRAFÍA

LA NIEBLA ENCENDIDA: NEGRITUD Y BLANQUEAMIENTO EN LA POESÍA DE ADALBERTO ORTIZ

Algunos antecedentes, algunas hipótesis: el contexto generacional

Primera estación: la poesía negra y “mulata” (1938-1945)

Segunda estación: los penas intimistas y amatorios (1945-1954)

Tercera estación: la poesía social y la poesía sardónica (1954-1973)

Apuntes sobre La niebla encendida

Algunas observaciones finales

BIBLIOGRAFÍA

EL TITÁN CONTEMPLATIVO SE LEVANTA DE SU TUMBA:
LA VIGENCIA DE JORGE CARRERA ANDRADE

El Credo de un San Francisco de Asís de la Era Atómica

Entre la política de la poesía y una poesía auténticamente política

Nuestro poeta como ideólogo de la nacionalidad ecuatoriana

Jorge Carrera Andrade, latinoamericanista y lector de Europa

BIBLIOGRAFÍA

ENTRE UMBRALES DE LA NADA Y DE LO MISMO: LA CASA DEL FUROR DE IVÁN CARVAJAL

BIBLIOGRAFÍA

HISTORIA Y POÉTICA EN LA POESÍA DE JAVIER PONCE

La primera etapa: preeminencia del problema de la historia

Hacia una primera lectura

BIBLIOGRAFÍA

VIAJE A LA EXTREMA PUREZA: LA TRAYECTORIA POÉTICA DE GONZALO ESCUDERO

BIBLIOGRAFÍA

LA PALABRA PERDIDA DE CÉSAR DÁVILA ANDRADE O SOBRE CÓMO LEER SU POESÍA HERMÉTICA

Hermes inventó la lira, no Apolo

El hermetismo daviliano es centrífugo

El hermetismo daviliano es también centrípeto

BIBLIOGRAFÍA

METAMORFOSIS DE LO MISMO, CONSTANCIA DE LO DISTINTO: APROXIMACIÓN A LA POESÍA DE GONZALO ROJAS

Sobre la oscuridad hermosa

Cuando se ama, se ama el cuerpo

BIBLIOGRAFÍA

EL CUERPO INTERROGANTE O EL POEMA COMO ARTEFACTO ERÓTICO

BIBLIOGRAFÍA

PRÓLOGO

Abrumados como estamos por la manera en que las nuevas tecnologías continúan modificando nuestras prácticas comunicativas, cada día que pasa experimentamos distintos desconciertos frente a los asuntos que son realmente decisivos para las personas. Una prueba de ello es la tan extendida falsa creencia de que lo principal en un país son sus embrollos políticos, sin advertir que estos están sobrevalorados frente a cualquier otra expresión ciudadana creativa. La política local e internacional interesa, qué duda cabe, porque impacta en nuestros cuerpos casi de modo inmediato, pero también podemos imaginar cuánto se podría disfrutar de lo mundano, y con mayor calidad, si la política real no tuviera en la escena pública el lugar preminente que los poderes políticos y sociales le han asignado.

Digo esto porque, aunque parezca exagerado expresarlo, para una persona es central problematizarse por las palabras que pronuncia y por las que escoge atender, como cuando abrimos un libro de poemas y, en determinado momento, lo dejamos a un lado para tratar de ver qué significan sus imágenes. Este nuevo libro de César Eduardo Carrión –que trata de poemas y poetas– nos recuerda, en general, la importancia de las palabras en nuestro devenir, y, en concreto, el rol que la poesía puede tener en quien busque liberarse de ataduras.

No sólo que no es fácil leer poesía, sino que no es fácil escribir sobre ella. Sin embargo, en este ejercicio crítico y ensayístico, Carrión consigue transmitir con claridad múltiples formas emotivas con que nos afectan los poemas. Se ha dicho que la poesía es la forma más compleja de lo que un individiuo puede hacer con las palabras. Carrión acepta el desafío de darle más sentidos a varios poemas y poetas en el mundo bajo la premisa de que la literatura es una expresión radical que enfrenta todas aquellas ideas y vanidades que el poder quiere que las validemos sin más. Como lo indica el propio autor, este libro se ha ido armando poco a poco, cobijado por la relectura y la reescritura que permiten con paciencia condensar, cimentar y decantar ideas y sensaciones. Tal vez por eso el tono empleado para hablar de estos sus poetas linda entre el ensayo y el testimonio, aunando así inteligencia con pasión.

Porque proviene del ámbito universitario, en el que académicamente se ha formado y en el que actualmente labora, Carrión acude a un lenguaje explicativo, interpretativo y polémico con el fin de que otros lean, recuperando de este modo lo básico que conlleva toda propuesta crítica: afirmar algo en la perspectiva de que otros lean lo que el crítico ha leído para añadir algo más o contradecir lo dicho. Esto es, poner a prueba lo que uno mismo escribe. Por eso, la de Carrión es una apuesta civilizatoria por la lectura, pues estos estudios/ensayos no tienen el propósito de grabar la última palabra, sino de incitar a que la poesía no se pierda en el comentario casual, a que sea concebida como un penetrante recurso del pensar, tan divertido e interesante que pueda modificar la comprensión del mundo gracias a las iluminaciones momentáneas que provoca.

El saber está para que circule, para que sea divulgado, y este volumen de nueve ensayos es un estupendo logro de este compromiso. Él mismo poeta destacado, Carrión explora la poesía de otros como una faceta más de su condición de estudioso –atento lector– de las letras ecuatorianas y latinoamericanas, pues su ámbito de trabajo no se detiene en la poesía, sino que abarca las formas novelescas del siglo XIX, sobre las que ha hecho contribuciones pioneras. Carrión, pues, hace de la poesía un suceso central del acontecer humano por medio de un ejercicio riguroso. Para darle el justo sitial a la poesía de los autores estudiados, Carrión despliega sus recuerdos de otros poetas. Leer poesía exige establecer relaciones con otros poemas, con otras tradiciones y con otras verdades. El procedimiento con que se explaya sobre los poemas se ampara en un afán de totalidad no para indicar que haya un único camino de acceso a los versos, sino para mostrar que la poesía es una presencia verbal que puede entrar por diferentes vías: la del recuerdo, la de los afectos, la de la razón, la de la sinrazón… Este libro ofrece una mirada con ambición de totalidad, no para exhibir erudición pedante, sino para ofrecer comprensiones justas con lo leído y con los lectores.

Lector serio, en este libro Carrión compara versiones textuales, se detiene en una imagen, se enmienda en sus razonamientos. Nos provee, además, de lecturas informadas, como cuando, en el afán de situar a Adalberto Ortiz, despliega su investigación leyéndolo como parte de un sistema más grande. También se colocan nuevos acentos sobre las comprensiones que hemos alcanzado, por ejemplo, cuando en Jorge Carrera Andrade se analiza la cuestión de la ciudadanía universal. Para discutir sobre poesía hay que estar informado y conocer la tradición de la crítica. Algo que sorprende es que, según Carrión, la poesía, más que verla sujeta al género literario, debe ser leída en torno a lo que deslizan las formas de dominio y de poder, haciendo de las líneas de un poema un acontecimiento liberador.

Fernando Balseca

PREFACIO

El poema es un deseo cuya respuesta nadie sabe. Es un cuerpo interrogante cuya respuesta no existe. El poema vive en espera de otro cuerpo, que, como él, sea idéntico en el sueño, sea igual en la piel. Aunque ese cuerpo sea solo una esperanza. Aquellos versos de Luis Cernuda, que interpreto en este prefacio y en el último ensayo de este libro, condensan los diversos motivos de mis reflexiones en una sola búsqueda, incompleta por definición y, por tanto, destinada parcialmente al fracaso: responder al poema. Con el afán de cumplir este propósito, he compilado estos ensayos, que constituyen revisiones sumarias, catálogos y panorámicas, pero también lecturas en profundidad. Y todo a un tiempo, porque leer poesía es como extraer zumo de las piedras preciosas que se descubren en el subsuelo. Es minería nocturna. El lector de poesía es un topo. Emerge del socavón con las manos embarradas de luz y los ojos manchados de sombra. El lector de poesía vive en la penumbra. Administra sentidos que rebasan el sonido de su voz. Sin embargo, habla tan fuerte como puede, porque le urge comunicar las buenas nuevas que ha conocido en mitad de la noche, rodeado de silencio. El lector de poesía es aquel que desentierra, que libera del peso del olvido la palabra de los visionarios, los precursores, los que se niegan a entregar la palabra a los poderosos, los violentos, los mendaces. El lector de poesía es el primero en secundar el llamado de los poetas a constituir una comunidad sin banderas, sin territorios, cuya ideología es la libertad, cuya religión es la justicia.

Este libro recopila nueve ensayos escritos entre 2003 y 2013, en versiones renovadas por una mirada autocrítica. Todos ellos han pasado el tamiz del tiempo, adquiriendo la vigencia que brindan los autores de los poemas en cuestión, más que la voz del intérprete. No obstante, es un libro sobre poemas y poéticas, no sobre firmas o apellidos contundentes. Cuando existe, la poesía devasta, como el río sobre las piedras de la torrentera, cualquier autoridad, cualquier vanidad. Los versos catalogados y diseccionados a continuación, más que al conjunto de individuos notables que los escribieron, les pertenecen a los lectores futuros, únicos destinatarios perfectos, dueños y señores de estas palabras que cantan a la condición humana. A partir de esta convicción, estos barridos y punciones analizan y valoran la voz de ocho autores que orbitan en torno de un centro tan inestable como su misma designación: la poesía latinoamericana.

En estos ensayos, el lector hallará una puerta y una invitación a sumergirse en los meandros de la palabra poética, con frecuencia tan difusos al tiempo que torrentosos. En ellos se encuentran nombres notables de la tradición ecuatoriana del siglo XX (Jorge Carrera Andrade, César Dávila Andrade, Gonzalo Escudero, Adalberto Ortiz, Iván Carvajal, Javier Ponce Cevallos), alguno del centro mismo de la semiósfera del continente (Gonzalo Rojas) y otro más que ha empezado a romper los escollos de esa misma tradición, que ha definido la historia literaria de nuestros países (Felipe García Quintero). Cierra este libro una suerte de declaración de principios, a manera de arte poética y brújula de lectura. Estos trabajos se presentan de modo retrospectivo, del más reciente, al más antiguo. Si por una parte en este libro he querido mostrar diversas visiones sobre un mismo objeto (la obra poética de determinados autores), por otra parte, queda abierto el camino para que, en un futuro mediato, nuevas lecturas expandan la noción misma de poesía. Mi exploración apenas ha comenzado.