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Dedico este libro a todas las mujeres hispanoamericanas que predican con pasión el evangelio de Jesucristo. Que Dios las bendiga hoy y siempre.

EDITORIAL CLIE
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LA PREDICACIÓN EN EL SIGLO XXI.
Homilética liberacional y contextual

Copyright © 2009 por el autor Pablo A. Jiménez
Copyright © 2009 por Editorial CLIE para la presente edición en español

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ISBN: 978-84-8267-618-0

Clasifíquese:
0318 HOMILÉTICA:
Libros de Homilética
CTC: 01-04-0318-13
Referencia: 224720


PRÓLOGO

En torno a la homilética liberadora

Una vez más nos sorprende el buen hermano y amigo, Dr. Pablo Jiménez, con un magnífico libro sobre el tema de la predicación. En esta ocasión, sin embargo, no se trata de un manual inicial o una obra introductoria al tan importante tema para los creyentes e iglesias en el siglo veintiuno, sino de un estudio avanzado, un libro serio referente a la predicación que libera, transforma y responde a las necesidades de las personas.

Predicación para el siglo 21: Homilética liberacional y contextual es un libro fresco y grato que trata nuevamente los temas homiléticos, desde una perspectiva avanzada y profunda. Y aunque presupone la obra que el lector y lectora ya están iniciados en estos temas, alguien que recién comienza en estas tareas de comunicación del evangelio también será muy bendecido con estas lecturas y reflexiones.

El libro consta de tres partes básicas, divididas en doce capítulos. Entre los asuntos mayores que se exponen y analizan en la obra, se encuentran los siguientes: La importante relación entre la predicación y la cultura, en las que el Rvdo. Jiménez identifica no solo algunos recursos homiléticos para la predicación contextual y relevante, sino que expone algunos de los desafíos extraordinarios que deben enfrentar las personas que predican y las congregaciones que escuchan el mensaje. La segunda sección del libro relaciona el diseño real y concreto del sermón con la teología. En esta ocasión el autor pone de manifiesto, no solo sus buenas capacidades de predicador, sino que revela con claridad sus conocimientos amplios de la literatura teológica contemporánea. En la tercera y final sección del libro, nuestro autor sale del mundo de las recomendaciones teóricas e hipotéticas para llegar a la realidad homilética: Presenta cuatro ejemplos concretos de sermones liberadores y pertinentes.

Las personas que lleguen a este libro con deseos de aprender y crecer serán muy positivamente sorprendidas por la capacidad de análisis del autor y también por sus virtudes de comunicación sencilla. Este buen trabajo del pastor Jiménez pone de manifiesto, de forma clara y contundente, un camino extraordinario que nos puede llevar a mejorar considerablemente nuestros sermones. Esta obra, que debe convertirse en lectura obligada en institutos bíblicos y seminarios, es también un muy buen recurso para los hombres y las mujeres que continuamente están inmersos en la reflexión teológica crítica que presupone la predicación relevante y renovadora.

Le damos la más grata de las bienvenidas a este nuevo libro de Pablo Jiménez, quien ya nos tiene acostumbrados a este tipo de obras de calidad y pertinencia. Felicitamos al autor por acercarnos de nuevo a un viejo tema con herramientas modernas y contemporáneas y con ojos frescos y noveles.

Dr. Samuel Pagán


INTRODUCCIÓN

Cuando mi hijo mayor, Antonio José, estaba terminando el tercer año de primaria, una de sus maestras me indicó que necesitaba mejorar su manejo de las tablas de multiplicar. Después de pensarlo un poco, me dirigí a una tienda de productos electrónicos para comprar un programa de computadoras que ayudara a Tony a mejorar sus destrezas en el área de las matemáticas. Al llegar a la tienda, encontré toda una serie de programas educativos para niños. Son juegos electrónicos que requieren la solución de problemas matemáticos; programas audiovisuales que combinan el juego y la diversión con el estudio de la disciplina. También hay programas que facilitan el aprendizaje de otras áreas, tales como los idiomas, la historia y la gramática.

En cierta manera, estos programas educativos ejemplifican los cambios que están ocurriendo en la sociedad actual. La forma en que los humanos aprendemos a hacer las cosas —lo que los filósofos llaman «epistemología»— está cambiando rápida y dramáticamente. Ha quedado atrás la época donde todo se aprendía de los libros; la era cuando los únicos materiales «audiovisuales» disponibles eran el lápiz, el papel y el pizarrón. Los medios de comunicación masiva —la radio, el cine, la televisión, los lectores de archivos en formato MP3, las redes de computadoras (Internet) y otros aparatos electrónicos— transmiten información por medio de texto, imágenes y sonidos en movimientos coordinados, combinando así el aprendizaje con el entretenimiento. Los libros, comparados con los videos o con los programas para computadoras, parecen estáticos y aburridos. Sí, la tecnología está cambiando la manera en que se aprende.

Estos avances tecnológicos también están afectando la forma como se escucha y recibe el mensaje del evangelio de Jesucristo. Años atrás, el sermón, el estudio bíblico y la escuela bíblica dominical eran los principales medios para la proclamación del evangelio en la América de habla hispana. Esto también ha cambiado dramáticamente.

Ahora se comunica el mensaje cristiano por medio de la radio y la televisión. Ahora se transmite el mensaje de Cristo por medio de películas y videos musicales. Ahora se encuentran hasta programas para computadoras que ayudan en el estudio de la Biblia y la enseñanza de la fe cristiana. Hace unos años, si un pastor o una pastora predicaban un sermón impactante, los feligreses le pedían que lo repitiera. Hoy le piden copia del sermón, preferiblemente en «CD».

Ahora bien, los medios de comunicación masiva no solo están cambiando la manera en que los seres humanos aprendemos a hacer las cosas; también están cambiando los «contenidos», es decir, lo que se aprende. Esto se debe a que la tecnología facilita el intercambio de información. Antes la transmisión de información era algo difícil y costoso. La publicación de un libro era un proceso largo y arduo. En la mayor parte de nuestros países, apenas había unos pocos canales de televisión. Recibir información del exterior rápidamente era casi imposible. Y las computadoras eran máquinas gigantescas que solo las grandes compañías comerciales podían adquirir.

Todo esto ha cambiado. Ahora cualquier persona dispuesta a invertir unos cuantos miles de dólares puede presentar sus ideas por medio de algún programa de radio, de televisión, una revista, o una página matriz —lo que en inglés se conoce como un web page o un web site— en Internet. Las emisoras de radio y los canales de televisión se han multiplicado; las computadoras facilitan la publicación de periódicos, libros y revistas; la comunicación telefónica es más ágil; y el correo electrónico —conocido en inglés como e-mail— nos permite enviar documentos en forma inmediata. Estos medios de comunicación masiva facilitan también la comunicación con el resto del mundo. La televisión por cable y por satélites nos permite ver canales cuyas señales se originan en otros países. Hoy es posible que tres jóvenes —uno en Puerto Rico, otra en la Argentina y otro en Costa Rica— vean simultáneamente el mismo vídeo musical, transmitido desde los Estados Unidos.

El problema radica en que los medios de comunicación masiva no son moralmente neutrales. La información que transmite cada medio comunicativo presenta, defiende y avanza ciertos valores e ideas. Dicha información se escoge sobre la base de los valores y las ideologías de las personas que dirigen la compañía. También se escoge sobre la base de un plan de mercadeo que busca alcanzar a cierto segmento de la población.

Tomemos, por ejemplo, los canales de televisión dedicados a transmitir videos musicales. En los Estados Unidos, hay varios canales dedicados a trasmitir diversos estilos musicales. Uno transmite solo música rock; otro, baladas románticas; otro, música campesina (conocida en inglés como country music); otro, música afroamericana; y aun otro, música latina. Cada uno de estos canales busca alcanzar a un segmento distinto de la población: el rock es dirigido a estudiantes de escuela superior y de universidad; las baladas, a profesionales menores de cuarenta años; la música campesina, a personas en el sur de los Estados Unidos; la música rap, hip-hop y rhythm & blues, a la población afroamericana; y la música latina, a la comunidad de habla hispana. Cada estilo musical también transmite ideas y valores distintos: en términos generales, el rock exhorta a la rebeldía y a buscar la diversión; las baladas llaman a la búsqueda del romance y el placer; la música campesina recalca la importancia de la búsqueda de la felicidad personal; la música afro-americana combina la búsqueda del placer y el romance con una crítica a la cultura blanca que domina los Estados Unidos; y la música latina afirma la identidad de la comunidad hispana. Todos estos videos comparten un «contenido» particular: son individualistas. Todos recalcan la importancia de buscar el éxito y la felicidad personal, presentando estos elementos como las metas fundamentales de la vida humana.

Lo anterior es solo un ejemplo de la inmensa variedad de mensajes que transmiten los medios de comunicación masiva a comienzos del siglo XXI. La verdad es que tanto en la televisión como en Internet, podemos encontrar cualquier cosa, desde mensajes religiosos de todo tipo hasta las formas más repugnantes de pornografía. Esta explosión informativa ha tenido un resultado sorprendente e inesperado: el relativismo. La humanidad está recibiendo tantos mensajes contradictorios al mismo tiempo, que se está convenciendo de que la verdad no existe. La gente está perdiendo la fe en la verdad. Cada día hay más personas que afirman que la verdad es relativa; que cada cual tiene que buscar su propio camino; que si algo es agradable tiene que ser «bueno»; que si algo es divertido tiene que ser «apropiado»; y que cada persona puede hacer lo que quiera siempre y cuando «no le haga mal a nadie».

A manera de ejemplo, basta considerar el cambio en las actitudes hacia la sexualidad humana que están ocurriendo en nuestros medios. Hace unos años, la sociedad condenaba la homosexualidad, y rara vez se mencionaba en público. Hoy son comunes los programas de televisión que exaltan y hasta promueven la homosexualidad.

Estos cambios en los valores de nuestra sociedad también están afectando la predicación del evangelio a comienzos del siglo XXI. La Iglesia de Jesucristo intenta predicar el evangelio en un mundo que afirma que «todas las religiones son buenas»; intenta predicar la verdad de Dios en un mundo que ha llegado a creer que la verdad no existe; intenta predicar el bien en un mundo que no tiene criterios claros para discernir entre lo bueno y lo malo. El resultado de todo esto es que la humanidad está comenzando a ver a la Iglesia cristiana como una voz más en un gran mercado de ideas.

Esto nos lleva a preguntarnos cuál podrá ser el futuro del sermón en el siglo XXI. Si comparamos los sermones que se escuchan regularmente en nuestras iglesias locales con los nuevos y excitantes medios audiovisuales disponibles hoy, veremos que el sermón está en peligro. Si consideramos que el contenido del sermón tiene que competir con los miles de mensajes contradictorios que transmiten los medios de comunicación masiva, concluiremos que lo que está en juego es la credibilidad del evangelio de Jesucristo.

Por todas estas razones, afirmamos que la enseñanza y la práctica de la predicación en la América de habla hispana están en una encrucijada. La realidad que enfrenta la Iglesia de Jesucristo a comienzos del siglo XXI nos obliga a evaluar, a examinar y a transformar nuestra manera de predicar el evangelio. Quienes ejercemos el ministerio de la predicación a comienzos de este siglo debemos desarrollar nuevos modelos homiléticos que nos ayuden a comunicar el evangelio de manera efectiva. Estos nuevos modelos deben reflejar los avances tanto en el mundo de la teología contemporánea como en el de la comunicación del evangelio. Este es, precisamente, el propósito de este libro.


BOSQUEJO DEL LIBRO

Este libro recoge doce ensayos y sermones escritos a través de los pasados años. El primero se titula «Nuevos horizontes en la predicación» y resume algunos de los avances en la homilética contemporánea. Este artículo se publicó originalmente en el libro Púlpito cristiano y justicia social, publicado en el 1994. Este escrito sirve de introducción a todo el libro.

La primera sección del libro se titula «Predicación y cultura», y agrupa tres ensayos sobre el tema. El primero se titula «Fuentes teológicas y sociales de la predicación», el cual recoge el texto de las conferencias que formó parte de la Cátedra Casalis, que presenté en la Fraternidad Evangélica de Estudios Teológicos en Managua, Nicaragua. Este artículo se publicó originalmente en la revista Misión Evangélica Hoy, volumen 13, en el 2004.

El título del tercer capítulo es «Predicación y postmodernidad», y contiene el texto que presenté en la conferencia magistral del Congreso de Teología 2006, celebrado en la Universidad Interamericana, Recinto Metropolitano, en San Juan, Puerto Rico. El cuarto capítulo se titula «Hacia una homilética postcolonial» y explora la contribución del Dr. Justo L. González a la disciplina. Este ensayo se publicó originalmente en inglés, en el libro Hispanic Christian Thought At the Dawn of the 21st Century: Apuntes in Honor of Justo L. González (Pensamiento hispano-cristiano en el principio del siglo XXI: apuntes en honor a Justo L. González) en el 2005.

La segunda sección del libro se titula «Teología y diseño del sermón», y trata sobre asuntos relacionados con los lugares teológicos tradicionales sobre el arte cristiano de la predicación. Esta sección contiene cuatro capítulos. El primero es «Teologías de la predicación» y también formó parte de la Cátedra Casalis. Fue publicado en Trazando con excelencia la palabra de verdad: Seminario de predicación, editado por Ismael Martín del Campo para la Iglesia Apostólica en Los Ángeles, California, en 2005. El sexto capítulo del libro se titula «Hermenéutica y predicación», y es una versión actualizada del ensayo titulado «Estudio bíblico y hermenéutica: Implicaciones homiléticas». Este fue publicado en el libro Lumbrera a nuestro camino, editado por este servidor y publicado por la Editorial Caribe en el 1994.

El título del séptimo capítulo es «Diseño avanzado del sermón» y explora varias formas de predicación inductiva. Este se publica por primera vez. El octavo capítulo es titula «Cómo planear la predicación» y fue publicado originalmente en la revista Apuntes, volumen 21, en el 2001.

La tercera y última sección contiene cuatro sermones inductivos que ejemplifican la teoría presentada en los capítulos anteriores. El primero se titula «Otro lugar» y ejemplifica la predicación en clave postcolonial. Este sermón expositivo fue predicado en la Asamblea Bienal de la Asociación para la Educación Teológica Hispana (AETH) celebrada en agosto de 2002 en las instalaciones del Austin Presbyterian Theological Seminary (Seminario teológico presbiteriano de Austin). También fue publicado originalmente en la revista Apuntes, volumen 24, en el 2004.

El décimo capítulo contiene el sermón titulado «La casa del extranjero», diseñado de acuerdo a las técnicas desarrolladas por Eugene Lowry. El sermón titulado «El carácter de Dios» se encuentra en el undécimo capítulo. Se caracteriza por la forma como fundamenta la misión cristiana en los valores que definen quién es Dios. El sermón que cierra el libro se titula «El secuestro de la verdad» y explora el mensaje de Romanos a la luz de las teorías antropológicas de Marc Augé, uno de los pensadores cuya obra se comenta en el tercer capítulo del libro.

Ofrecemos estas ideas con la esperanza de ayudar tanto a quienes practican como a quienes enseñan el arte de la predicación a comienzos del siglo XXI. De hecho, creemos que todas estas ideas sobre los distintos cambios y avances en el estudio y la práctica de la predicación pueden señalar el camino para el desarrollo de una homilética pertinente para la realidad tanto del pueblo latinoamericano como del pueblo hispano que reside en los Estados Unidos.


AGRADECIMIENTOS

Claro está, no puedo terminar esta introducción sin los agradecimientos de rigor. En primer término, agradezco a la Editorial CLIE la confianza que deposita en nosotros al publicar este recurso para la predicación contemporánea. Segundo, le doy las gracias al Dr. Samuel Pagán por la presentación para este escrito y por haberme exhortado a publicar estos materiales homiléticos. Tercero, reconozco que las ideas presentadas en estos ensayos y sermones fueron desarrolladas en diálogo con dos excelentes maestros y amigos, el Dr. Ronald J. Allen, profesor de Nuevo Testamento y Predicación en el Seminario Teológico Cristiano en Indianápolis, y el Dr. Walter Brueggemann, profesor de Antiguo Testamento en el Seminario Teológico Columbia en Decatur, Georgia.

Finalmente, agradezco el respaldo de mi hermosa familia: de mi esposa, Glorimar, y de mis hijos, Antonio José, Paola Margarita y Natalia Isabel. A ellos tres, quienes apenas comienzan a vivir a los albores del siglo XXI, va dedicado este libro.


CAPÍTULO 1

Nuevos horizontes en la predicación

I. Introducción

Los seres humanos reaccionamos diferente a distintas situaciones. Lo que es más, aun cuando nos encontremos ante un mismo hecho, podemos percibirlo de manera distinta. Esa percepción determinará nuestra respuesta a la situación.

Tomemos, por ejemplo, la parábola de los talentos (Mt. 25:14-30). En esta historia, encontramos tres personajes que reaccionan de manera distinta ante la misma situación. Los tres hombres trabajaban para el mismo jefe quien, poco antes de irse de viaje, les confía distintas cantidades de dinero. Los primeros dos empleados vieron la situación como una oportunidad que debían aprovechar, procedieron a invertir el dinero y obtuvieron ganancias. El tercero, entendió que la situación era sumamente peligrosa. Pensó que, si perdía el dinero, su patrón iba a estar disgustado con él y decidió esconder el capital. Cuando el viajero volvió, los primeros dos empleados le presentaron las ganancias y recibieron palabras de elogio. Sin embargo, el tercero —quien había visto la situación con temor— entregó la cantidad de dinero original y fue castigado duramente por su jefe. En esta oportunidad, el temor y la cautela no rindieron fruto.

El comienzo del siglo XXI presenta una situación similar. Estamos viviendo un momento de profundos cambios sociales en el cual está colapsando el racionalismo que cimentó el desarrollo de la sociedad occidental desde la Ilustración. Poco a poco, está emergiendo una nueva etapa en la historia humana: la Postmodernidad.

Examinemos brevemente esta afirmación.1

El siglo XVI fue un momento clave en la historia de la humanidad. Marcó el apogeo del Renacimiento y el comienzo de la Reforma protestante, movimientos que coincidieron con empresas, tales como la conquista de América, la exploración del continente africano y la apertura de nuevas rutas comerciales al Oriente. Sobre esta base, el mundo occidental vio durante el siglo XVII el nacimiento de nuevos modos de pensar y de nuevas maneras de entender la realidad. Las nuevas bases ideológicas se caracterizaron por el racionalismo (expresado por medio del discurso abstracto), la búsqueda de objetividad (ejemplificada por el método científico), el progreso (entendido como avance técnico) y el individualismo. El mundo se veía como una gran máquina que —bajo el liderazgo de la cultura blanca angloeuropea— se dirigía inexorablemente hacia un futuro mejor. Estas nuevas bases filosóficas provocaron el advenimiento de la Era Moderna.

Como es de esperar, la teología europea evolucionó siguiendo las pautas de la Modernidad. De esta manera, nacieron métodos «científicos» para estudiar la Biblia que —empleando los criterios racionalistas desarrollados a partir de la Ilustración— buscaban determinar con certitud tanto la historia sagrada como el mensaje evangélico. Estos mismos criterios determinaron, además, el desarrollo de la homilética moderna. Así el sermón se convirtió en discurso que, siguiendo un orden lógico, apelaba a la razón de los oyentes; el predicador se dedicaba a exponer «las verdades bíblicas»; y la predicación se definía como «la comunicación de la verdad por medio de un hombre a los hombres».2

Como indicamos anteriormente, el final del siglo XX fue testigo del colapso de la Modernidad.3 Hoy se entiende que la verdad tiene cierto grado de relatividad, que no es posible lograr completa objetividad, y que la razón debe ser complementada por el sentimiento y la intuición. El «progreso» suscitado por los avances científicos ha traído consigo armas para la destrucción masiva, crisis ecológica y la explotación del «tercer mundo» a manos del «primero». El dominio de la cultura blanca occidental está llegando a su fin. El mundo está distanciándose de la ideología racionalista que fundamentó la Era Moderna. Estamos entrando a la Era Postmoderna.4 El mundo teológico ha entrado en diálogo con los criterios de la postmodernidad.

Esto se ve claramente en la fragmentación que ha sufrido la teología en los últimos años.5 La hegemonía europea ha quedado atrás, dando paso al nacimiento de teologías que expresan distintas perspectivas étnicas e ideológicas.6 En este nuevo escenario teológico, América Latina ha jugado un papel crucial.7 Las nuevas teologías latinoamericanas son inductivas, ya que parten de la realidad del pueblo, no de la teoría; dejan a un lado el lenguaje abstracto; valorizan la práctica de la fe; aprecian lo autóctono y lo comunitario (sospechando del individualismo europeo); y buscan nuevas herramientas en las historias de nuestros pueblos para comunicar el mensaje del evangelio.

Lamentablemente, la reflexión teológica latinoamericana no le ha prestado mucha atención al campo de la predicación. En la mayor parte de las escuelas teológicas, se siguen empleando textos que enseñan al estudiante a diseñar sermones siguiendo los modelos racionalistas del pasado.8 Estos modelos proposicionales, individualistas y con estructura de monólogos contradicen las nuevas teologías inductivas y comunitarias.9 La frustración con los modelos tradicionales es tal que algunos han optado por abandonar la práctica de la predicación, indicando que prefieren comunicar el evangelio por medio de estudios bíblicos donde puedan entrar en diálogo con la congregación.

Una situación similar surgió en los Estados Unidos a finales de la década del 1960, cuando algunos teólogos preguntaron si la predicación como disciplina había llegado a su fin.10 La búsqueda de una respuesta a esta pregunta motivó el nacimiento de una nueva escuela de homilética norteamericana. Esta escuela rompió con el molde racionalista tradicional y se aventuró a explorar nuevas perspectivas sobre el diseño, el contenido y la presentación del sermón. La meta de esta nueva escuela es desarrollar modelos homiléticos coherentes con las nuevas perspectivas teológicas y pertinentes a las nuevas realidades sociales.

Nosotros también debemos desarrollar nuevos modelos homiléticos que nos ayuden a comunicar el evangelio a la comunidad hispanoamericana con efectividad en la era postmoderna. Este no es momento para «enterrar el talento», sino para invertirlo y obtener ganancia. Los nuevos modelos deben reflejar los avances tanto en el mundo de la teología contemporánea como en el de la comunicación. Un primer paso en esta dirección sería entrar en diálogo con la nueva escuela de homilética norteamericana. Este es, precisamente, el propósito de este capítulo.

A continuación presento algunos de los cambios que ha provocado esta escuela en el estudio y la práctica de la predicación contemporánea. Específicamente, exploraré sus aportes en las áreas del diseño, el contenido y la presentación del sermón. Creo que estos avances pueden señalar el camino para el desarrollo de una homilética pertinente para la realidad tanto del pueblo latinoamericano como del pueblo hispano que reside en los Estados Unidos.

II. Cambios en el diseño del sermón

El sermón tradicional se compone de cuatro partes principales: la introducción, la presentación del tema o «proposición», el desarrollo y la conclusión. Por lo regular, el desarrollo se divide en «puntos». Estos no son otra cosa que los títulos de las partes principales del desarrollo. Es común dividirlo en tres puntos.

Esta práctica se remonta a los escritos de san Agustín quien, basado en la retórica de Aristóteles, creó el sermón de la «triple apelación». Este divide su desarrollo en tres partes. La primera apela «a la razón», la segunda «al corazón» y la tercera «a la voluntad» de la audiencia. Los puntos se dividen a su vez en «incisos», es decir, en unidades de pensamiento que hacen avanzar el argumento del sermón. Estas subdivisiones se estructuran de acuerdo a los «procesos retóricos». Estos son: narración, ilustración, aplicación, argumentación, exhortación, definición, interrogación, descripción, ejemplificación y comparación.

Sin duda, el sermón tradicional ha sido útil para la comunicación del evangelio a través de los siglos. Del mismo modo, es una forma básica que todo estudiante de predicación debe aprender a dominar. Sin embargo, esta forma sermonaria presenta toda una serie de problemas. Entre ellos podemos enumerar los siguientes:

  1. Es racionalista: El sermón tradicional parte de una premisa general, un tema o una proposición que la audiencia debe aceptar como cierta. Es decir, parte de una «verdad» que la congregación debe aceptar a priori. Esta forma sermonaria desciende de lo general a lo particular; deriva lo concreto a partir de una idea abstracta. En una palabra, el sermón tradicional sigue una lógica deductiva.
  2. Es abstracto: Este tipo de sermón privilegia el lenguaje abstracto relegando las historias y las imágenes literarias al plano de la mera «ilustración». La narración queda al servicio de las ideas.
  3. Es autoritario: El sermón tradicional recalca la autoridad de la persona que predica, ya que parte de una idea que la audiencia debe aceptar como «verdad». Los oyentes deben aceptar como ciertas las aseveraciones de quien predica. Esto implica que la congregación no tiene espacio para disentir. Quien cuestiona el sermón está cuestionando la verdad del evangelio.
  4. Es un monólogo: Los roles de cada cual quedan claros en este modelo. El predicador expone, la congregación escucha. La predicadora afirma, la audiencia asiente.
  5. Divide la forma del contenido: Quizás el mayor problema de la forma sermonaria tradicional es que presume que todos los textos bíblicos pueden predicarse de la misma manera. La forma no varía, no importa si el texto que sirve de base al sermón es un salmo, una parábola, un discurso profético o una revelación apocalíptica. Esto se debe a que la homilética tradicional entiende que es posible separar la forma del contenido del texto; cree que es posible «extraer» el mensaje del pasaje bíblico y «verter» su contenido en esta forma sermonaria.

Como indicamos anteriormente, la década de los sesenta marcó un momento de crisis en el desarrollo de la homilética contemporánea. Estos fueron años de protesta, de desafío a la autoridad, de afirmar la importancia del amor y de llamar a la vida en comunidad. El sermón deductivo tradicional representaba todo aquello contra lo cual la juventud estaba protestando.

Con esto no quiero glorificar la década de los sesenta. Todos conocemos los excesos a los cuales llegó. Tampoco quiero condenar a todas las personas que predicaron durante estos años. Los buenos predicadores, de manera instintiva, siempre han logrado distanciarse de los defectos del sermón deductivo-tradicional. Las buenas predicadoras, de manera casi innata, desarrollan sermones que llegan al corazón de la congregación. No obstante, la realidad es que el sermón deductivo-tradicional presenta serios problemas como modelo homilético, problemas que varios estudiosos de la homilética moderna han tratado de superar.

A continuación discutiremos los cambios más importantes que han ocurrido en el campo del diseño del sermón en los últimos años.11

1. La lógica del sermón

Como indiqué anteriormente, el sermón tradicional sigue una lógica deductiva, ya que parte de una «verdad» que debe ser aceptada como tal. Esta característica le da al sermón tradicional su movimiento descendente y su sabor autoritario. Para superar este defecto, Fred B. Craddock propuso un nuevo modelo: el sermón inductivo. En su libro As One Without Authority (Como uno sin autoridad),12 Craddock diagnosticó con precisión los defectos de la predicación deductiva tradicional y sugirió un nuevo acercamiento al sermón.

Según Craddock, comenzar con una tesis o «proposición» es un error, ya que la congregación no ve el proceso a través del cual el predicador llegó a esta idea. Por esta razón, el sermón inductivo pretende llegar a una conclusión que la congregación pueda reconocer como verdadera. Para esto, el sermón inductivo parte de la realidad, no de las ideas, derivando lo abstracto de lo concreto.

Tomemos como ejemplo Romanos 12:1-2. Un bosquejo deductivo tradicional comenzaría con la presentación de un tema donde el predicador afirmaría alguna de las «verdades» del pasaje, tales como: «Dios nos llama a vivir en santidad», «El cristiano debe presentar su cuerpo en sacrificio vivo a Dios» o «No podemos vivir conforme al siglo». Partiendo de este tema, el sermón expondría varios puntos pertinentes para la vida cristiana.

Por su parte, un sermón inductivo podría seguir un bosquejo como este:

El presente: En ocasiones, nuestros valores chocan con los valores de la sociedad. El pasado: En Romanos 12, el apóstol Pablo hace un llamado a la integridad. El texto llama a la comunidad cristiana en Roma a optar por los valores del reino de Dios. El presente: Del mismo modo, la Palabra de Dios nos desafía hoy a ser íntegros; a vivir de acuerdo a los valores del reino.

Como vemos, lo que era el punto de partida en el sermón deductivo es el punto de llegada en el inductivo. En vez de imponer un tema, el sermón inductivo busca llegar a una conclusión que pueda ser aceptada por toda la congregación.

2. La importancia de la narración

Los escritos de Craddock marcaron el comienzo de la nueva escuela de homilética norteamericana.13 Sus teorías llevaron a varios estudiosos de la predicación a buscar materiales que fueran inductivos por naturaleza. Esto condujo a un reencuentro tanto con la predicación narrativa como con la tradición homilética afroamericana. La predicación narrativa es tan antigua como las mismas Escrituras. El estilo homilético de Jesús —con su uso constante de parábolas y narraciones— es un ejemplo elocuente de esto.

Sin embargo, los manuales de homilética tradicional relegan el sermón narrativo a un segundo plano, ya que el sermón expositivo tiene la primacía en este sistema. La homilética contemporánea ha descubierto que la estructura básica de la narración —marco escénico, trama, punto culminante y desenlace— es inductiva por naturaleza, puesto que la idea central de una narración queda clara solo cuando se llega al punto culminante o a la conclusión del relato.14 En parte, el estudio de los estilos de predicación en las iglesias afroamericanas motivó este reencuentro con la predicación narrativa.15 Las comunidades cristianas de ascendencia africana en los Estados Unidos han privilegiado la predicación narrativa. La predicación afronorteamericana entrelaza las historias bíblicas con la historia del pueblo afronorteamericano, produciendo así sermones contextualizados.

Por ejemplo, recuerdo un sermón sobre Oseas predicado por el Rev. William Hannah algunos años atrás. En este sermón, Oseas es un esclavo liberto que tenía un humilde huerto en el sur de los Estados Unidos. Este Oseas viaja a un pueblo cercano para vender su cosecha. Allí, en la plaza pública, encuentra a la que había sido su esposa lista para ser vendida como esclava. Entonces, dejando a un lado el hecho de que su esposa lo había abandonado por adúltera, la compra para darle su libertad.

3. La trama del sermón

Está claro que no todos los textos bíblicos se prestan a elaboraciones narrativas como la descrita en el párrafo anterior. La Biblia contiene mucho material discursivo, material que no es tan manejable como la poesía y la narración. Ahora bien, el hecho de que un texto no tenga una estructura narrativa no quiere decir que nuestro sermón tenga que carecer de trama.

Eugene Lowry ha diseñado una forma sermonaria que ayuda al predicador a darle trama y movimiento al sermón.16 Lowry indica que toda historia comienza con un problema o discrepancia. Este problema se analiza, sopesando varias opciones, hasta que se encuentra la clave para su solución. Entonces se procede a solucionar la discrepancia y se visualiza el futuro de una manera distinta.

El modelo sermonario de Lowry emplea estos mismos movimientos para darle calidad narrativa al sermón. De acuerdo a este modelo, el propósito de la introducción es «alterar el equilibrio» presentando un problema o una discrepancia. En el desarrollo del sermón, se debe «analizar la discrepancia», «revelar la clave para la solución» y «experimentar el evangelio». Por último, la conclusión tiene el propósito de «anticipar las consecuencias», de visualizar el futuro a la luz de la solución sugerida. El sermón titulado «La casa del extranjero», el décimo capítulo de este libro, ofrece un ejemplo de esta forma sermonaria.

4. La estructura y los movimientos del sermón

Si bien la opción narrativa es llamativa, muchos estudiosos de la homilética moderna han centrado sus estudios en el análisis de la forma, la estructura literaria y el desarrollo del argumento de los textos bíblicos. Uno de los modelos más llamativos ha sido propuesto por David Buttrick,17 quien afirma que el estudio del texto revela tanto su estructura literaria como sus «movimientos», es decir, los episodios o las unidades de sentido que componen el pasaje. Para Buttrick, la tarea del predicador consiste en descubrir la estructura del texto con el propósito de diseñar sermones que reflejen estos movimientos.

III. Cambios en el contenido del sermón