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Antropología del cuidado: una apuesta por una vida sana y saludable / Juan Alexis Parada Silva. – Bogotá: Universidad Santo Tomás, 2017.

122 páginas; ilustraciones, fotografías.

Incluye referencias bibliográficas.

ISBN 978-958-782-000-3

1. Antropología 2. Autocuidado en salud 3. Desarrollo humano 4. Calidad de vida I. Universidad Santo Tomás (Colombia).

CDD 301 Co-BoUST
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© Juan Alexis Parada Silva

© Universidad Santo Tomás

Ediciones USTA Carrera 9 n.º 51-11

Bogotá, D. C., Colombia

Teléfonos: (+571) 587 8797 ext. 2991

editorial@usantotomas.edu.co

http://ediciones.usta.edu.co

Directora editorial: Matilde Salazar Ospina

Coordinadora de libros: Karen Grisales Velosa

Coordinación editorial: María Carolina Suárez Sandoval

Asistente editorial: Andrés Felipe Andrade

Corrección de estilo: Gustavo Patiño Díaz

Diseño y diagramación: CS2

Imagen de portada de Biodiversity Heritage Library usada bajo licencia Creative Commons. Licencia 2.0. de atribución. Disponible en: https://goo.gl/0xQlZh

Hecho el depósito que establece la ley

ISBN: 978-958-782-000-3

e-ISBN: 978-958-782-001-0

Primera edición, 2017

Todos los derechos reservados

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin la autorización expresa del titular de los derechos.

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO 1.

EL OLVIDO DE LOS DEMÁS: EL SURGIMIENTO DEL NUEVO NARCISO

Eclosión del nuevo narciso

El tribalismo como tendencia

CAPÍTULO 2.

ELEMENTOS DE UNA ANTROPOLOGÍA DEL CUIDADO

La ética del cuidado: raíces en los griegos y en los romanos

Factores importantes de una antropología del cuidado

Aspectos constitutivos de los individuos como sujetos morales

CAPÍTULO 3.

EL DETERIORO DEL PLANETA TIERRA: UN COMPONENTE QUE DIFICULTA UNA ANTROPOLOGÍA DEL CUIDADO

Una antropología que incluya el planeta

CAPÍTULO 4.

FACTORES QUE CONTRIBUYEN A UNA ANTROPOLOGÍA DEL CUIDADO

La actividad física: factor esencial en nuestro cuidado

El manejo de las emociones: otro factor importante en nuestro cuidado

El alimento: un asunto vital en nuestro cuidado

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

Introducción

En el presente libro se realizará, inicialmente, una exposición acerca de la concepción actual del hombre que cae en una especie de individualismo extremo y deja en el olvido valores como la solidaridad, la empatía, el altruismo y la responsabilidad para consigo mismo y con el planeta. Luego, los esfuerzos se detendrán en una antropología que propuso el pensador francés Michel Foucault y que gravita en torno al cuidado de sí.

La obra está planteada para desarrollarse en cuatro momentos bien delimitados. En un primer momento se presentará una propuesta acerca de la concepción actual del hombre, destacando el excesivo individualismo en el que se encuentra inmerso, la influencia de los medios de comunicación, el consumo desmedido que lo caracteriza, la sociedad del espectáculo, el reemplazo de la ética por una estética (importa más un aparentar externo) y la pérdida de identidad, entre otros tópicos que se abordarán. En segundo lugar, las energías se concentrarán en presentar la apuesta del autor, que guarda una estrecha relación con la antropología del cuidado, desde una mirada de Michel Foucault y Comins Mingol. En este apartado se expondrán tres elementos constitutivos de la antropología del cuidado, a saber: la alteridad, el tiempo y el ejercicio del pensamiento. En tercer lugar, se expondrán algunas prácticas que han llevado al deterioro gradual de nuestro planeta, y que coadyuvan en el detrimento de la salud y el bienestar de las personas. En el último apartado, a manera de sugerencia, se traerán a colación algunas recomendaciones que contribuirán a la construcción de una antropología del cuidado, como un ethos de vida sana y saludable

Esta obra es fruto de la reflexión de las cátedras magistrales de 2016 que lideró el Departamento de Humanidades y Formación Integral de la Universidad Santo Tomás, sede Bogotá. El material del libro aborda problemas que se vislumbran desde las cátedras de Antropología y Ética, y que pueden servir como acicate teórico para otear otros horizontes de comprensión. En cuanto al lenguaje, puede parecer un poco coloquial, pero la intención no fue otra que acercarlo a cualquier tipo de público interesado en esta problemática.

¿Por qué hablar de una antropología del cuidado en nuestro tiempo? El hombre contemporáneo se caracteriza por el facilismo, la evasión y el show. El bienestar colectivo, la armonía y el equilibrio han quedado en el olvido. Ahora fácilmente el hombre se deja deslumbrar por las luces de neón, las lujosas fachadas y la publicidad que ensalza figuras modélicas, reticentes a la enfermedad y a la vejez. La apertura de mercados ha convertido el mundo en un hipermercado gigante, donde “todo” se vende y “todo” se compra. Se crea la ilusión vana de que cualquier individuo puede acceder a los artilugios modernos creados por el cientificismo, que lucha por la independencia, sin fortuna aún. La ciencia y la tecnología se constituyen en la cenicienta de los grandes emporios económicos que, sin dudarlo, comprometen la integridad no solo de las personas, sino de todo el hábitat humano. Frente a esta situación que desemboca en un nuevo narciso, en un individuo, que se olvida de tantos marginados y excluidos resulta relevante aventurarse a defender una antropología basada en la alteridad, el pensamiento y el cuidado.

Por otra parte, se ha impuesto un estilo de vida donde el mercado ha utilizado la lógica de las marcas para lucrarse, generando una mayor brecha social. Un consumo excesivo de distintas marcas, ya sea de ropa, autos, televisores, dispositivos móviles, entre otras. El poseer marcas da una estatus, una posición social privilegiada. Muchos individuos empeñan sus vidas con tal de conseguir el teléfono de última generación y otros, solo lo piden a sus ricos padres empresarios, como algún regalo rutinario. Ancorada en la reflexión, la antropología del cuidado ayuda a desenmascarar esta realidad excluyente, injusta y opresiva.

A la par con el mundo del consumo, se promueve un estilo de vida donde se carece de tiempo. Por estar trabajando para “ganar dinero”, se sacrifican aquellos momentos necesarios para el descanso y para compartir con la familia; supuestas ganancias que van directamente a las arcas de entidades crediticias. Ahora bien, como no todos tienen para comprar objetos suntuosos, los bancos han inventado una especie de salvavidas: el crédito; invento que reemplazó las buenas y sanas prácticas del ahorro, llevando a la quiebra a las pequeñas economías. Lo anterior constituye una cadena de sumisión, donde se trabaja para pagar lo que ya se ha consumido, terminando en una especie de esclavitud financiera, donde se gasta más de lo que se ha ganado, llevando a duplicar los esfuerzos laborales para poder responder por los compromisos adquiridos.

Como respuesta a esta situación, el libro pretende defender una postura diferente a la que vive el hombre actualmente, quien se ha olvidado de los otros e inclusive de sí mismo; una concepción antropológica fundada en el respeto, en la tolerancia, en el uso del intelecto, en la alteridad y que tiene como uno de sus pilares el manejo idóneo del tiempo, de un tiempo que bien distribuido e invertido en el cuidado físico, emocional de sí mismo y de los otros, vinculando el cuidado del planeta, logrará combatir la vida sedentaria y todas aquellas enfermedades que se desprenden de ese estilo de vida. Se trata de una aventura antropológica que concentra sus esfuerzos en la reflexión, en la condición de ser otro y en la preocupación del cuidado de sí.

En general, asistimos a una especie de fiebre por la comodidad y el consumo, un afán de lucro personal, una pobreza en lo que debería ser el empleo del tiempo, y con una situación agravante que se manifiesta en que una mínima parte de la población posee casi la mayoría de los recursos del planeta, mientras otros carecen del mínimo necesario para vivir; realidades que exigen apostarle a una propuesta antropológica incluyente, solidaria y reflexiva que nos permita vivir con dignidad.

Para una mejor comprensión del resultado de la investigación, se ofrece una precisión en torno a los conceptos antropológicos y éticos; conceptos que son utilizados y recurrentes a lo largo de toda la disertación. La palabra antropología proviene del griego Imageνθρωποζ ánthrōpos, “hombre (humano)”, y λóγοζ, logos, “conocimiento” (Varios, 2016a). Antropología es la disciplina que pretende estudiar a los individuos en una forma holística. En este estudio se ayuda de otras ciencias, como la biología o las ciencias sociales. Por su parte, el término ética proviene del latín ethĭcus, y este del griego Imageθικóζ ēthikós, y la forma femenina del latín tardío ethĭca, y este del griego ImageθικImage ēthikImage (Varios, 2016b) que se traduce como comportamiento o costumbre. Así, la ética es una vertiente de la filosofía que estudia lo correcto o lo incorrecto de las actuaciones de los individuos en un determinado contexto. La ética procura centrar sus disertaciones en aspectos como la virtud, el deber, el bien, la felicidad y la consecución de la vida plena de los seres humanos. Algunos teóricos han definido la ética como el arte de vivir con dignidad, o el saber vivir bien. En mi caso, la ética iría en consonancia con este aspecto, como un estilo de vida, como el tener la capacidad de reflexionar sobre lo que conviene y lo que no conviene para llevar una vida plena y saludable.

La ética como estilo de vida se relaciona con la antropología, porque estudia el comportamiento de los individuos en un entorno concreto. En el presente libro, ambos conceptos están intrínsecamente relacionados, puesto que una ética del cuidado demanda individuos que sean conscientes de su dignidad, para su desarrollo integral.

Cabe aclarar también, que lo que se busca en este discurrir teórico es enriquecer la reflexión en torno a una antropología del cuidado frente a otras reflexiones similares, a la vez que pretende confrontar aquellas antropologías contemporáneas, donde la persona se halla inmersa en una especie de solipsismo, sin horizontes de encuentro y sin referentes comunes y confiables. No se pretende en la presente investigación agotar todo lo concerniente al tema abordado, sino que espera ser enriquecida por docentes, estudiantes y personas interesadas en la problemática del cuidado.

Finalmente, se quiere expresar un inmenso espíritu de gratitud a las directivas de la Universidad Santo Tomás, y particularmente al Director del Departamento de Humanidades, Padre Alberto René Ramírez Téllez O. P., por favorecer incondicionalmente el nacimiento de estas inquietudes académicas.

Capítulo 1.

El olvido de los demás: El surgimiento del nuevo narciso

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En la actualidad, ya no predomina el ideal de una ética del deber, precisa Lipovetsky (1983)1, sino que se ha entronizado al individuo a tal punto que lo que se promueve es una moral indiferente a lo social, anclada en el individualismo llevado al extremo. Dicha moral ya no se aprende en la escuela sino que la pregonan los medios de comunicación, los cuales han logrado desacralizar la tarea del maestro y han banalizado la escuela, convirtiéndola en una máquina neutralizada por la indiferencia escolar, al considerarla aburridora.

Lipovetsky se constituye en un crítico acérrimo de los medios de comunicación, al considerarlos causantes de una amnesia permanente y promotores del olvido y, en parte, de la indiferencia. La que educa ya no es la escuela, sino los medios de comunicación con sus shows mediáticos, con sus espectáculos de luces, sonidos y mujeres y hombres voluptuosos, promoviendo estereotipos por seguir. En este contexto, la educación se ve obligada a ondear la bandera de la innovación para enfrentar los “golpes” nocivos y cegadores de los massmedia.

Desde la antigüedad se ha considerado al ser humano un ser complejo, incomprendido, misterioso y paradójico; realidad que se puede constatar en lo afectivo, lo político, lo religioso, lo económico y en lo social. Desde el punto de vista social, el ser humano efectivamente necesita de los otros desde el nacimiento, pasando por su etapa prepuberal hasta los días de su fenecimiento. Sin embargo, actualmente, se ha vendido la idea de que podemos salir avante en nuestros proyectos, esforzándonos individualmente, y alejándonos de los demás. Así como también se nos ha ofrecido la idea de que podemos desenvolvernos en guetos, donde la identidad se pueda construir al identificarse con alguna tribu, en su vestimenta, su música, su “ideología”, sus gustos. Ambos son extremos, el individualismo y el tribalismo. En este capítulo se expondrán estos dos fenómenos.

Eclosión del nuevo narciso

Actualmente, el hombre está prisionero de los grandes grupos económicos transnacionales que, con sus medios de información y su gran estrategia publicitaria, nos venden todo lo que crean y en muchos casos, cosas obsoletas que terminan atiborrando nuestros desvanes y que al final inundan nuestro planeta de basura. También, nos venden el ideal de un individuo exitoso, que puede conquistar lo que se proponga, sin importar muchas veces el daño que se le pueda generar al ecosistema y a los demás. Nos venden un paradigma de individuos exitosos, pero que están inmersos en una sociedad fracasada, inequitativa, resquebrajada. ¿Cómo es posible, que solo el 10 % más rico de América Latina y el Caribe posee el 71 % de la riqueza, y que solamente tributa el 5,4 % de su renta? (CEPAL, 2016). Esto es deplorable, injusto y alarmante, situación que impele a empuñar las banderas de la solidaridad para que esto no suceda, y se reparta equitativamente la riqueza.

¿De qué vale tener riquezas, si muchas veces no hay con quien compartirlas? Tal vez gastarla en objetos suntuosos, en sexo, drogas, viajes, yates, carros lujosos, pero ¿acaso esto colma el corazón del hombre? Tristemente un enorme vacío llena los espacios de la soledad del individuo. El dinero se ha convertido en un fetiche, en un centro de adoración; se ha perdido el horizonte, el dinero ya no es un medio, sino el fin, el rey, el motivo de todo: “Tener un buen auto, viajar al exterior, rodearse de objetos útiles, no es malo. Lo malo consiste en olvidar que son medios para otro fin: la vida, la mía, la tuya, la nuestra” (Barylko, 2012, p. 10).

A esta vivencia de soledad se une la idea de la incomunicabilidad del ser humano, pues paradójicamente, en nuestro tiempo, el hombre ha avanzado en comunicaciones con sus satélites, sus redes y sus teléfonos inteligentes; sin embargo, cada vez se comunica menos. Nuestras relaciones están siendo mediatizadas por máquinas, puesto que pasamos más tiempo con nuestro celular, en WhatsApp, en Facebook que con nuestras familias, nuestros hijos y nuestros amigos. La realidad virtual se está apoderando de la verdadera realidad. Estamos asistiendo a una paradoja, pues a pesar de tener más de un millar de amigos en las redes sociales, nos asiste una sensación de vacío, de soledad: “El hombre suelto, el del teléfono móvil, se comunica constantemente con otros, y cuando cierra el celular, siente cuán solo es. Es, no está… El hombre del siglo XXI es un monumento al ser solo” (Barylko, 2012, p. 21).

Sumada a la soledad del individuo contamos con otra problemática no menos preocupante que la anterior, y es la de una sociedad carente de tiempo: “El hombre no dispone de tiempo. Es el lema mayor en su escudo de armas: No tengo tiempo…No tenemos tiempo porque le tememos al tiempo. Me deja solo, me obliga a pensar. Y brotan las preguntas: ¿Qué hago ahora? ¿Para qué estoy? ¿A dónde voy? ...La diversión es para pasar el tiempo” (Barylko, 2012, p. 59). Es una realidad que merece atención, puesto que para cuidar a los otros y cuidarnos, el tiempo se erige en un factor clave e indispensable; si se carece de tiempo para invertir en los cuidados de la salud, se tendrá que gastar tiempo en los cuidados que exige estar enfermo; tópico que será abordado más adelante por la relevancia que demanda en el presente.

Siguiendo con la caracterización del ser humano actual, el hombre se encuentra atrapado por el consumo, por la compra desaforada de cualquier artilugio que lo entretiene. Se destaca lo festivo, el juego, los realities, los shows. La vida se convierte en un espectáculo permanente donde importa el goce, la satisfacción de los deseos, se ha creado un imperio alrededor del Homo Consumens cuya médula espinal consiste en un ethos hedonista, donde la relación con el otro está mediada por lo que se consume, por aquello que se compra y lo que se posee. Desafortunadamente, detrás de las relaciones interpersonales se oculta un provecho particular; inclusive las relaciones afectivas y familiares han caído en la desfachatez del interés particular. El interrogante de fondo sería ¿qué puedo ganar con esta amistad, sabiendo que ese ganar se limita casi exclusivamente a lo económico?

Por otra parte, el campo político también se ha visto afectado por la dinámica economicista. Pareciera que todo se encuentra en venta, se venden conciencias por unos cuantos pesos. Cunde una especie de escepticismo político, pues ya los individuos no se comprometen con la vida pública, la democracia es un cuento de hadas, los políticos corruptos se han aliado con la publicidad para anestesiar las conciencias, y mediante cortinas de humo, como el fútbol, los realities y las telenovelas, distraen a las multitudes para lucrarse con el erario público.

Desde otro ángulo, en el plano ético, poco importa el cómo se actúa. Importa más la fachada, el exterior, el cómo verse frente a los demás. Lo ético ha cedido el puesto a lo estético. Aunque mantener esa fachada resulte demasiado costoso, muchos se las arreglan para conseguir el dinero, la mayoría de las veces sin escrúpulos; pues si para tal fin es necesario vender hasta la conciencia y su propio cuerpo, o entrar en redes delincuenciales, se arriesgan, sin medir las consecuencias.

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