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Acevedo, Óscar. Episteme de la victimidad: Reposicionar al sobreviviente y reparar a la víctima/ Óscar Acevedo; prólogo Luz Amparo Serrano. Bogotá: Ediciones USTA, 2017.

266 páginas; 34 ilustraciones Carlos Mario Arango; 24 cm.

ISBN: 978-958-782-043-0

1.Episteme de la victimidad (víctima). 2. Conflicto armado - (Justicia penal). 3. Víctima (Justicia transicional). 4. Sobreviviente- (Justicia transicional) 5. Superviviente – (Justicia transicional). 6. Sujeción al daño (víctima). 7. Reparación (Justicia transicional). 8. Reposicionamiento de la víctima (Justicia restaurativa). 9. Daño (Justicia Penal). 10. Socorrista del daño (Justicia restaurativa). 11. Ecología del daño (Ecosofía). 12. Memoria histórica (Justicia transicional). 13. Memoria reparativa (Justicia transicional). 14. Memoria restaurativa (Justicia restaurativa). 15. Memoria social (Justicia restaurativa). 16. Comisión de la verdad (Justicia transicional).

CDD 303.69 Co-BoUST
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© Óscar Fernando Acevedo Arango.

Docente, Investigador. Maestría en Psicología Jurídica. Universidad Santo Tomás.

© Carlos Mario Arango Arango.

Artísta Plástico. Dibujos a lápiz.

© Universidad Santo Tomás

Ediciones USTA

Cr. 9 No. 51-11, Edificio Luis J. Torres, sótano 1

Bogotá D.C.,Colombia

Teléfono: (+571) 5878797, ext 2991

editorial@usantotomas.edu.co

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Comisión de Conciliación Nacional

Cr. 58 No 80-87

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comunicaciones@comisiondeconciliacion.co

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Dirección Editorial: Matilde Salazar Ospina

Coordinación de libros: Karen Grisales Velosa

Asistente editorial: Andrés Felipe Andrade

Corrección de estilo: Jorge Tulio Galindo Rodríguez

Diagramación: Diego Abello Rico

Diseño de cubierta: Diego Abello Rico

Hecho el depósito que establece la ley

ISBN: 978-958-782-043-0

e-ISBN: 978-958-782-044-7

Primera edición: 2017

Todos los derechos reservados

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin la autorización expresa del titular de los derechos.

Tabla de contenido

Dedicatoria

Agradecimientos

Reconocimientos

PRÓLOGO

PARTE I

INTRODUCCIÓN

Composición de este libro

Antecedentes: la apuesta por la memoria como estrategia de acompañamiento y re-posicionamiento

Contexto institucional e instauración conceptual

EPISTEME DE LA VICTIMIDAD: PENSAR A LAS VÍCTIMAS MÁS ALLÁ DEL DAÑO Y DEL DISCURSO EXPERTO DE LA VICTIMIZACIÓN

La sujeción al daño como soporte de la episteme de la victimidad

La pregunta por la episteme de la victimidad

Justicia para los sufrientes, sobrevivientes y supervivientes

Pensar a la víctima en sentido genealógico

Una metodología para abordar el campo trazado por la episteme de la victimidad

ECOSOFÍA DEL DAÑO: DEL DAÑO INDIVIDUAL AL DAÑO COLECTIVO

Salud mental y realidad del conflicto

Salud mental y salud colectiva

Ecosofía, ecología mental y geopolítica de las emociones

Expresiones del daño en la instancia psicológica, lo psicosocial y en la mentalidad colectiva

En lo psicológico individual.
En lo psicosocial.

LAS TAREAS DE LA MEMORIA SOCIAL: ESTRATEGIAS DE ACOMPAÑAMIENTO PARA REPOSICIONAR AL SUFRIENTE EN EL LUGAR DE SOBREVIVIENTE Y SUPERVIVIENTE

Recordar la ética de la memoria

Recordar la función de la memoria social

Recordar las rutas contemporáneas de la memoria en Colombia

Recordar que la víctima no es la víctima promedio

Las iniciativas de la memoria y los proyectos de búsqueda de la verdad

Aspectos integradores de la memoria social: psicosocial y psicojurídico, sociocultural, pedagógico, artístico-estético y político

¿Memoria restaurativa o memoria reparativa?

Memoria en trámite de conflicto, memoria en postacuerdos y memoria en postconflicto

Recordar la voz de las víctimas

LA POTENCIA DESVICTIMIZADORA DE LA COMUNIDAD: AUTORESTAURACIÓN Y REPOSICIONAMIENTO PSICOJURÍDICO

Buscar una explicación para los hechos

La descomposición del Estado en los momentos más difíciles

Una situación de daño cultural y colectivo

La vinculación social como soporte del paso del sufrimiento a la sobrevivencia

La fuerza del diálogo: fuerza restaurativa y de reposicionamiento

La inclusión, primer paso para reposicionarse como sobrevivientes

La autoeficacia del acompañamiento entre víctimas

Fortaleciendo la capacidad organizativa como fuente de reposicionamiento

Los miedos residuales y las alertas continuas de las víctimas

PARTE II

EL TAYER HOY: ACOMPAÑANDO LAS MEMORIAS SOCIALES; DEL SUFRIMIENTO PSÍQUICO A LA SOBREVIVENCIA JURÍDICA

Guía para el manejo pedagógico del TAYER HOY

Concepción del TAYER HOY

Criterios de validación del TAYER HOY

Los niveles de comprensión y cambio en un proceso de trans-formación psico-pedagógico

Principios que promueve la realización del TAYER

¿Qué es el TAYER HOY?

¿Para qué un TAYER de herramientas en torno a la memoria social?

¿Quién o quiénes pueden hacer un taller sobre memoria social?

¿Qué requiere un facilitador de un TAYER de memoria social?

Orientaciones generales para el TAYER HOY

¿Cuáles son las preguntas básicas que pueden guíar un proceso de memoria?

En caso de dolor y llanto –crisis por lo recordado–, ¿qué podemos hacer?

¿Cómo podemos cuidar nuestra memoria?

¿Cómo podemos cuidarnos a nosotros mismos y al grupo?

Herramientas: sensibilización hacia la memoria

1. Presentación grupal: Modelado de mis recuerdos en barro o plastilina

2. Reconocimiento de intereses: Sondeo de expectativas

3. Reconocimiento grupal: fotoproyección

4. Sensibilización de la memoria: Círculos para la tertulia

5. Geografía activa de la memoria

Herramientas: ¿Para qué nuestra memoria?

1. El ojo histórico y el río del olvido

2. Recordar alertas tempranas: Cómo podemos autoprotegernos

3. Sensibilización: Textos significativos sobre la memoria

4. Valorar nuestra posición frente a la memoria

5. La construcción de sentido de la memoria: Construyamos un discurso propio por la memoria de nuestras víctimas

Recordando los hechos de violencia, la violación de nuestros derechos y los daños generados

1. La rememoración de violaciones de Derechos Humanos

2. Reconstrucción del daño: Explorando responsabilidades.

3. Reconocer los equívocos en el pasado: Matriz de evaluación de responsabilidades del Estado

4. Reconocimiento de responsabilidades: El balance del daño ocasionado por los responsables (determinadores, perpetradores y cómplices)

Herramientas: Nosotros y nuestro semejante ante el sufrimiento

1. Reconocimiento de las emociones: el laberinto de los afectos

2. Exploración del auto-cuidado personal: El reconocimiento de nuestras fortalezas

3. La re-significación del pasado y el dolor: La máquina de los recuerdos y la superación del dolor

4. Exorcizar el dolor: Mariposas, mensajeras de sanación

Herramientas: Dignificando el proyecto de vida de nuestros seres queridos

1. En torno a la valoración de la vida: La parábola de los caminantes

2. Comunicación y simbolización de los ausentes: Los símbolos del recuerdo

3. La proyección de futuro: La colcha de la esperanza

4. Elaboración colectiva: Novena cultural

Herramientas: moderación de controversias entre víctimas

1. Explorar acuerdos: El caso de Juana y Juan

2. Conocer el interés por la verdad: El naufragio

3. Reconocer la perspectiva del otro: El juicio del juicio

4. Pensar los conflictos y disputas a largo plazo: La Isla

Herramientas: Justicia deseada y justicia real

1. Reflexión: Los señores de la guerra

2. Comprender el origen de los agresores: Dibujando al agresor

3. Discriminar y valorar distintas tipos de Justicia: Las justicias en la realidad

4. Buscar y comprender el sentido que damos a la Justicia: El sentido de la justicia

Herramientas para motivar el paso simbólico de sufrientes a sobrevivientes

1. Valoración de nuestros recuerdos: La carrera contra el Sr. Olvido

2. Reflexión personal: Carta al Sr. Tiempo

3. La valoración de nuestros roles: Mis núcleos y mis capas

4. Proyección futura: “La desvictimización como derecho a cambiar”

Ejercicios de evaluación

1. Evaluación: Encuentro con los extraterrestres

2. Evaluación interior: Visualización del camino interior

PARTE III

TESTIMONIO EN UNA MEMORIA REPOSICIONANTE, DEL DOLOR A LA SUPERVIVENCIA

Sujeción al daño, el duelo en un exilio nómada

Transformaciones del ser: reposicionarse

REFERENCIAS

BIBLIOGRAFÍA CONTEXTUAL

Dedicatoria

A mis padres,

Olga Arango y Óscar Acevedo,

quienes cultivaron en silencio este sentir.

Agradecimientos

A Luz Amparo Serrano, Julio Abel Niño y Manuel Tamara, por su apoyo irrestricto a este proyecto investigativo.

Al Padre Dario Antonio Echeverri González y a Mónika Lauer, por su compromiso inquebrantable con la reconciliación de Colombia.

A Óscar Mesa, Carlos Ossa, Alexis Vélez, Giovanni Méndez, Alexander Rocha, René Botero, Beatriz López, Luisa Fernanda Restrepo y Liliana Arcila, por su escucha, conversación, lectura y comentarios.

Reconocimientos

A las víctimas sufrientes, sobrevivientes y supervivientes honestos, que con la nobleza de Ave Fénix y su potencia esperanzadora, reconstruyen el sentido de su vida, la fuerza del porvenir y una nueva autorrealización.

A la Universidad Santo Tomás, a la Facultad de Psicología, a la Maestría en Psicología Jurídica, a Ediciones USTA.

Asimismo, a la Comisión de Conciliación Nacional, a Adveniat y a la Embajada de Alemania en Colombia.

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Prólogo

Mientras Colombia se adentra en una nueva etapa con la implementación de los acuerdos de paz, uno de los desafíos más complejos que debe enfrentar como Estado y, sobretodo, como nación, es la reconstrucción de su tejido social, profundamente desgarrado tras décadas de estar soportando toda suerte de combates, ataques, agresiones y negligencias. En efecto, la población civil, particularmente en el ámbito rural, se ha visto fragilizada hasta el punto en que podríamos hablar de una crisis de la sociedad colombiana, evidente en la manera como el miedo, la desconfianza y la zozobra ha permeado las relaciones sociales entre sus miembros.

La recuperación, el fortalecimiento, e incluso la transformación de las comunidades más golpeadas por el conflicto son cometidos esenciales para un proyecto de paz perdurable, pues, de lo contrario, pretender un país equitativo, inclusivo, próspero y, últimamente democrático, resulta imposible. Alcanzar un bienestar social que aglutine estos valores dependerá en gran medida de una renovación institucional profunda, la cual incluye, sin lugar a dudas, a una de las piedras angulares del post-conflicto: la justicia. Y es que la impunidad en Colombia ha sido una constante que ha truncado los proyectos de vida de millones, abandonados en su lucha permanente contra lo injusto.

La enorme tarea que queda por delante para resarcir el vacío en esta materia, hace necesario que no se hable únicamente de la Justicia Transicional, aquella que, poniendo por delante el reconocimiento de las víctimas como sujetos de derecho, no deja de tener un planteamiento Estado-céntrico, basado en una perspectiva distante, imparcial, objetiva y abstracta. Se debe también abogar por una Justicia Restaurativa, cuyo enfoque nace y se crea a partir, y no únicamente a favor, de las víctimas. Son ellas quienes, desde su perspectiva como individuos, pero igualmente como parte de una comunidad vulnerada, participan y contribuyen activamente para identificar, enfrentar y sanar el daño ocasionado contra ellas, en una dinámica que va más allá de la fórmula retributiva propia de la Justicia Criminal que debe encabezar el Estado.

Por tratarse de un proceso que alienta a las víctimas (junto a sus victimarios, en algunas ocasiones) a reconectar íntimamente con los hechos y los actores violentos de su pasado, la Justicia Restaurativa también se alimenta de una serie de herramientas psicosociales, psicológicas, psicojurídicas y pedagógicas. En este caso, el trabajo nos trae un aporte esclarecedor para la Justicia Restaurativa, la diferencia entre memoria reparadora y memoria restaurativa.

El libro “Reposicionar al sobreviviente y Reparar a la víctima: La episteme de la victimidad” contiene un conglomerado de nuevos conceptos y actividades cuyo potencial reflexivo, vinculante, terapéutico y político yace en poner de relieve la memoria como elemento esencial para que el individuo pueda reinterpretarse como sujeto que sufre el daño y transforma el dolor, pero también como sujeto sobreviviente con derecho a voz, voluntad y capacidad de acción para exigir reconocimiento, verdad y justicia. Los trabajadores sociales, cooperantes y demás interventores cumplirían, de este modo, en calidad de socorristas sociales, un rol como facilitadores en la construcción de una memoria social y colectiva, en donde cada recuerdo subjetivo constituye una pieza del rompecabezas final que conduce a la víctima a la posición de sobreviviente y superviviente.

Pero es precisamente aquí donde el autor nos hace una advertencia. Pues si bien los foros y talleres organizados por ONG, organismos internacionales, entidades gubernamentales, asociaciones académicas, entre otros, no deben restringirse a simples ejercicios para “hacer memoria” en cumplimiento de una política pública de paz; la premura por mostrar resultados y una gestión competente reduce la capacidad de las víctimas para intervenir en la constitución de la verdad oficial.

La autocomplacencia de la élite dirigente y burocrática con un sistema de derechos humanos producido y promulgado desde la comunidad internacional, la ha llevado a una paradoja ineludible: el énfasis político y mediático que se la ha dado a las víctimas como foco del proyecto de paz, las ha anulado, a su vez, como agentes de sus propias trasformaciones.

En un discurso colmado de alusiones al autocuidado, el empoderamiento, a la restitución de una ciudadanía plena en justicia, seguridad y calidad de vida, se evidencia a partir de una ecosofía del daño cómo las víctimas permanecen, en muchos casos, ajenas al desarrollo de estos procesos, que se explican en clave de derechos humanos cosmopolitas mientras se ignora la implementación de los códigos locales y comunitarios. Se les perfila, en consecuencia, solo como receptoras de asistencia, enmarcadas dentro de unos objetivos gubernamentales que, finalmente, las reduce a ser meras cifras, estadísticas y metas administrativas de la reparación sin que ellas puedan reposicionarse en sus modos de vida.

De ahí que la estrategia implementada termina por objetivizar a las víctimas, al no ofrecerles una oportunidad para apropiarse adecuadamente de los instrumentos con los que ellas mismas logren una emancipación del daño, el olvido y el abandono. Lo anterior menoscaba los esfuerzos para una construcción de paz de “abajo hacia arriba”, pues niega la subjetividad precisamente a aquellas personas que más necesitan reafirmar su propia existencia como sujetos autónomos. Solo con ello podrían redefinir su identidad y su forma de relacionarse con la sociedad y el Estado, superando la etiqueta de “víctima” y así impactar positivamente en sus propias vidas y en su comunidad, realizando su trayecto como sobrevivientes y supervivientes.

Comprender este complejo engranaje de intervenciones, deliberaciones y diálogos, requiere de un trabajo preparatorio muy cercano con las personas afectadas por el conflicto armado. Las siguientes páginas son muestra de ello, pues su autor, en sus significativos análisis y aportes en relación al post-conflicto en Colombia, demuestra su profundo compromiso por escuchar e involucrarse con quienes él muy pertinentemente llama “sujetos del daño”.

En este sentido, Sartre escribía que “el futuro no es: se posibilita”. En el propósito nacional de cicatrizar heridas y mirar hacia adelante, una reconceptualización propia y la construcción de memoria – individual, colectiva, histórica – en el presente, son el vehículo teórico, político, social y psicojurídico a través del cual las víctimas buscan trascender el pasado para poder tener un futuro de posibilidades: posibilidad para comprender lo ocurrido, posibilidad para luchar y acceder a sus derechos, posibilidad para afirmarse como sujetos, posibilidad para ser libres y responsables como ciudadanos, pero en especial para redefinir su modo de vida y así poder ser testigos vivenciales del cambio histórico de una paz con reconciliación.

LUZ AMPARO SERRANO QUINTERO

Dra. en Derecho Romano

“Contexto social, contexto académico,

contexto político, resultan, entonces,

condiciones de una reflexividad crítica

que permita abrir caminos

entre los sentidos comunes”.

Alejandro Grimson.

PARTE I

Introducción

Composición de este libro

La política de la teoría o si se quiere de las ideologías académicas que se creen así mismas neutras, para nuestro caso tales como la idealización de los conceptos aportados por la Justicia Transicional, han hecho que las víctimas y los expertos que hablan en su nombre promuevan una apuesta con altas expectativas, por lo general irrealizables en clave de paz perfecta, apuestas que no reconocen la realidad histórica subyacente a las dinámicas de poder, las cuales hacen uso de una modalidad retórica de la justicia que no deja espacio para el reconocimiento de la paz imperfecta como paz posible.

Sobre la marcha, en los procesos de verdad, justicia, reparación y no repetición; las víctimas descubren que cada una de estas nociones o conceptos es una apuesta surgida de un consenso histórico mundial llamado Justicia Transicional (JTR) y que se traduce en política pública, pero que en el mayor de los casos, no tiene el alcance ni los logros esperados.

Frente a dicho descubrimiento, surgen grandes dosis y cargas de frustración emocional, espiritual, histórica y política; emocional, en tanto constantemente el incumplimiento de la justicia que esperan, atiza su dolor conllevando la vivencia de una victimización secundaria; espiritual, en la medida que los discursos expertos con los que se relacionan suelen ser más racionales o racionalistas que sus propias vidas y producen dispositivos lógicos en los que sus prácticas espirituales y religiosas son olvidadas o ignoradas por las memorias académicas de los especialistas del recuerdo social; histórica, dado que la verdad de la memoria no alcanza a ser sino en el mejor de los casos parcial, ya que ella, la víctima, está dispuesta a narrar su verdad, la verdad del sufrimiento; pero los perpetradores solo una parte, la parte que no arriesgue su seguridad y la de su familia –en vista de que se percibe a sí mismo como posible víctima de terceros vengadores, los que llama: sus patrones, jefes, comandantes, patrocinadores–, por lo cual se comprende parte de dicho silencio, pero no se justifica que oculten a los verdaderos determinadores, agentes y responsables de las violaciones a los Derechos Humanos (DDHH) de las cuales hicieron parte; y frustración política en tanto estos procesos le conducen a reformular su posición frente al Estado, la mayor de las veces como antagonistas.

El presente escrito, a la manera de una guía, busca dilucidar tres momentos fundamentales para el re-posicionamiento de la sujeción al daño que viven los perjudicados del conflicto armado, nombrados como víctimas sufrientes, víctimas sobrevivientes y supervivientes; esos tres momentos son: 1. la crítica al discurso experto de la victimología al poner en evidencia la articulación y funcionamiento de la episteme de la victimidad, 2. la invitación a trabajar con artefactos o herramientas de diálogo para el trabajo de la memoria social con comunidades y 3. la exposición de la subjetividad personal y colectiva como campo de resignificación del dolor y de la sujeción al daño.

Tres momentos que reflejan tres tareas del académico y del intelectual estratégico: 1. Realizar un trabajo crítico sobre la teoría, 2. Darse a la tarea de formular estrategias metodológicas y pedagógicas que sean cercanas, traducibles en la intervención y la interacción con los no académicos, los “no expertos”, no expertos en el conocimiento técnico, pero que poseen un saber particular, específico y contextual en su mundo de la vida, y 3. Dar a conocer qué lugar ocupa su subjetividad frente al problema trabajado.

Alertar al experto-perito académico, al investigador, al funcionario u operador del sector solidario o gubernamental frente a la promoción absoluta de toda la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición es un presupuesto ético de este manual conceptual, metodológico y subjetivo. La apuesta no pasa por la idealización de la búsqueda de una verdad desde la víctima, para no poner en riesgo a las víctimas, sino por la búsqueda de un significado que les reposicione frente al conjunto de discursos expertos que a diario las intervienen desde la política, la historia, el derecho y la psicología. Propiamente esta última, desde la psicología clínica en el duelo, desde la psicología social en sus vínculos, la psicología jurídica en los impactos que pueda tener su relación con el sistema jurídico y judicial, y desde la psicagogia (arte de educar y conducir a las almas en la antigua grecia) entendida aquí como psicopedagogía del doliente.

Hacer un alto, interrogar a los discursos expertos, a los socorristas sociales como mediadores sociales del dolor y a las políticas teóricas de todos aquellos discursos que, anclados en las disciplinas psicológicas como en las ciencias sociales y humanas, quieren politizar a las víctimas en nombre de una verdad, cooptarlas para la justificación histórica de una causa política –por lo general de extremos o extremismos ideológicos– que apuestan por la reconciliación como retórica manteniéndolas agazapadas en las dinámicas del dolor, el odio y el resentimiento.

Antecedentes: la apuesta por la memoria como estrategia de acompañamiento y re-posicionamiento

En “Geografías de la memoria: posiciones de las víctimas en Colombia el período de justicia transicional 2005-2010” (Acevedo, 2011b), dilucidé la relación entre posiciones gubernativas, agonistas, sub/alternas y reservadas con el fin de esquematizar cómo se habían dado algunos de los procesos y posturas en la elaboración de la memoria de las víctimas al interior de la cultura política de Colombia. Así, la pregunta ¿cómo se producen, circulan, disputan y posicionan las prácticas de la memoria de las víctimas en la cultura política del país? Fue la guía de dicho trabajo.

En su orden, pude empujar, bajo riesgo de innovación conceptual, algunos apartes bajo la forma de capítulos: el primero, “Lo personal es histórico, lo histórico es personal”, fue una crónica autobiográfica de autor en clave de memoria social, en tanto explicación de los eventos que incidieron en mi elección como investigador del campo de la memoria de la victimidad.

El segundo, describió el encuentro con la teoría y con las ideas generales relativas al olvido, la memoria, la historia y el pasado, y arrojó las ideas de cultura política y memoria gubernativa/oficial, lo que abrió la posibilidad de realizar una creación de significado posicionando las categorías centrales establecidas en dicha tesis: memoria gubernativa, memoria agonista, memoria sub/alterna y memoria reservada. En estas, la memoria gubernativa es la memoria que oficializan los gobernantes de turno y sus funcionarios bajo los intereses de los grupos a los que representan y, la memoria agonista se yergue como memoria antagónica, crítica, la que se opone a la gubernativa; la memoria y postura sub/alterna no posee la condición de los subalternos, de no ser escuchados por el poder, o de querer llegar al centro de la agencia política, introduce la barra justo para dar cuenta de otra posición, la de aquellos que ponen su voz por fuera del eje de la tensión central entre gubernativas-agonistas, que hacen vital la memoria local, en la tradición cultural y estética para hacerse a una deriva, un afuera con una potencia distinta. A estas se suma en el campo de la memoria una postura más, a la espera se encuentran memorias reservadas, en lo íntimo y lo privado, aguardando, con la expectancia de poder hacer su eclosión en lo gubernativo, lo agonista o en lo sub/alterno. Singularmente el trabajo, destacó la potencial y plausible movilidad de estas memorias hacia otras posiciones, la apertura al cambio de posición cuando se dan, encuentran o construyen las condiciones para ello.

Estos conceptos y posiciones discursivas pueden aportar alguna claridad sobre la desmitificación de las tesis que parten de la lógica generalizadora: todos quieren la verdad del dolido, todos quieren la reparación conclusa, todos quieren una justicia final, idea que de fondo tiene a la víctima amarrada a una metafísica teocrática, ya que promete en la tierra lo que el espíritu anhela que se compense en el cielo, especialmente la imagen de un castigo mítico y divino que desagravie la ausencia de justicia terrena.

El fondo de la sujeción al daño de quienes han vivido los perjuicios, que se escribe y reescribe en su vida por la violación de sus DDHH, puede cambiar de postura, re-posicionarse. La lógica de la justicia como castigo puede dar paso a la del perdón personal o de la reconciliación social siempre que la transformación del otro, del semejante, sea posible y real, posible para refundar la alteridad basada en la renuncia a la venganza, en la reactualización de la hermandad que se da en el respeto a la vida del otro como valor supremo, como garantía de fraternidad humana en medio de las diferencias políticas y culturales.

Contexto institucional e instauración conceptual

En la intersección de la trayectoria de estas aproximaciones a la memoria de las víctimas sobrevino la Investigación “Diseño de un modelo de acompañamiento y peritaje psicosocial con enfoque psicojurídico a víctimas de violaciones de Derechos Humanos” dentro de las actividades de investigación como docente de la Maestría Jurídica de la Universidad Santo Tomás en el año 2015. Las intuiciones y preelaboraciones de las que tomé nota desde hace algunos años para intentar comprender la episteme de la victimidad, adquirieron mayor fuerza dentro del marco de esta investigación, que exigió actualizar el presente análisis bajo la forma de una guía conceptual y metodológica que nos sirviera para repensar a la víctima, el daño y el acompañamiento a las mismas.

Este libro bajo la modalidad de guía, posee la estructura de un manual epistémico, técnico y pedagógico con especial apertura conceptual a la producción de nociones e ideas que posibiliten sembrar nuevas categorías para complementar la comprensión del fenómeno de la victimidad, que con los años que suma la historia, ha ido cambiando las formas del dolor de la víctima en su mundo ontológico, del sobreviviente en el ámbito jurídico y del superviviente en lo político. Así introducimos estos conceptos, para que sean objeto de la revisión y de la crítica del lector, además los de: experto-perito y socorristas del daño, con el fin de pensar a las víctimas más allá del perjuicio vivido.

Igualmente se encontrará en este trabajo la noción de ecosofía del daño en clave de salud mental y colectiva, la de sujeción al daño, y del sujeto del daño con el respectivo bosquejo de una clasificación del daño individual y psicosocial para bordear el daño colectivo en los marcos de la ecología mental y de la geopolítica de las emociones. Seguido el trabajo, acude a las nociones de las tareas de la memoria social, su función y rutas en Colombia, su relación con la verdad; lo que ayuda a diferenciar cuándo la memoria reparativa y la memoria restaurativa cumplen funciones de acompañamiento para las víctimas. Estos elementos permiten interpretar la experiencia de memoria social de algunas víctimas entrevistadas en el pasado, en clave de desvictimización, autorestauración y reposicionamiento, en tanto el acompañamiento a la memoria como dispositivo psicosocial y psicojurídico conduce a las víctimas hacia la búsqueda de una explicación y a la exigencia de sus derechos ante el Estado.

El lector, después de este recorrido conceptual alrededor los bosquejos de la episteme de la victimidad se va a encontrar con un conjunto de estrategias, actividades y elementos, que más allá de la reflexión epistemológica o de la novedad metodológica, y de la clasificación técnica de los daños expuesta en los capítulos anteriores, se desarrolla en la dimensión pedagógica de la memoria como herramienta de acompañamiento psicagógico con elementos interdisciplinares de la psicología, el derecho, la historia y la política en lo que el autor ha dado en llamar bajo un juego del lenguaje como “EL TAYER HOY: acompañando las memorias sociales, del sufrimiento psíquico a la sobrevivencia jurídica”.

En esta compilación de artefactos lúdico-reflexivos se encuentran actividades para la sensibilización de la memoria de las víctimas como instrumento de potenciación, para la compresión de los multiples sentidos de la memoria, la reconstrucción de la sujeción al daño, el reconocimiento de responsabilidades, la elaboración del duelo, la autoprotección y el autocuidado; así como acciones para la dignificación del proyecto de vida de las víctimas; la moderación de controversias en las construcción de la memoria social; el entendimiento de la justicia deseada y la justicia posible, como el paso simbólico de sufriente a sobreviviente.

La obra hace su cierre con el testimonio de una memoria de tipo reposicionante, que hace el tránsito del dolor a la supervivencia. Así, este libro, a diferencia de “Geografías de la memoria” no comienza en la subjetividad histórico-social, sino que se cierra en el retorno a la subjetividad intima, psicológica si se quiere, para volver a abrir y despuntar el proceso de resignificación personal que demanda la conclusión del paso por el dolor para sumar comprensión a la apertura del siguiente paso, la búsqueda de la reconciliación.

Episteme1 de la victimidad2: pensar a las víctimas más allá del daño y del discurso experto de la victimización

La sujeción al daño como soporte de la episteme de la victimidad

Existe el daño –perjuicio en términos jurídicos–, el daño moral y material sobre los individuos y los colectivos, muchas veces ocasionado por desastres naturales, en otros casos por guerras, conflictos armados y crímenes contra la humanidad y la dignidad de los seres humanos. En torno al daño se edifican respuestas gubernamentales que per-forman (dan forma a las subjetividades y definen los trata/mientos que se les deben ofrecer). Trata/mientos, emerge como palabra dividida para poner el énfasis en las múltiples denuncias de las víctimas que ven y viven en la implementación de la justicia administrativa: el afán de los funcionarios por la visibilización de datos cuantificables en los indicadores antes que la humanización; un sistema de restitución de tierras que atiende primero a los propietarios de las grandes extensiones antes que a los pequeños propietarios; una Unidad de Víctimas que desarrolla la atención psicosocial anclada al evento emocional y traumático del duelo, dejando de lado la recomposición organizativa y jurídica (psicojurídica) de las comunidades en pro del acceso a sus derechos; y unas rutas de atención gigantes, laberínticas, burocratizadas, lentas y negacionistas que multiplican la acción con daño (victimización secundaria) y terminan por configurar un aparato jurídico administrativo para defenderse de las víctimas antes que satisfacer sus derechos.

Es en este escenario donde se configura el discurso institucional y académico sobre la víctima o las víctimas, la episteme de la victimidad. Discursos y tecnologías del yo (psicologías) y de grupo (psicopolíticas) que pueden ser o no coherentes con la posición de las personas sujetadas al daño3. Entonces, el discurso experto y los expertos producen (producimos) concepciones sobre la sujeción al daño formando subjetividades discursivas como las de víctima en su acepción jurídica, identidades y posiciones en las cuales ellas deben inscribirse y comportarse como víctimas, entonces para ello se procuran discursos y técnicas que son implementadas por los socorristas del daño4.

Frente al daño ocasionado contra los seres humanos por causa de otros seres humanos, se crearon en las últimas décadas los discursos de los Derechos Humanos (DDHH), el del Derecho Internacional Humanitario (DIH) y el de la Justicia Transicional (JTR). Con ellos surgió una particular preocupación por la víctima de los conflictos y de las guerras, inquietud que no existía en otras épocas.

Los debates en torno a qué tipo de trata/miento dar a los “sujetos” del daño y cómo inscribirlos dentro del espacio o la episteme de la victimidad se han puesto en evidencia al interior de cada país que padece los embates del desangre y sufrimiento de su población por medio de la violencia, de los conflictos armados y de la guerra. Los DDHH, el DIH y la JTR han propuesto una serie de discursos sobre la justicia: el castigo y la pena restaurativa, la verdad y la memoria, la reparación y la reconciliación; y para nuestro interés, una particular concepción de la sujeción al daño bajo la figura o representación de la víctima de principios del siglo xxi, que se configura de maneras específicas por medio de los enunciados y discusiones que se realizan en torno a ella.

Con esto se pone de manifiesto que, en cada momento histórico, el fenómeno de las víctimas ha estado inscrito dentro de paradigmas distintos. Si se quiere se les ha ignorado o entregado, en un pasado lejano a la providencia divina, pero hoy se les inscribe en un régimen de visibilidad que organiza los modos en que han de llevar a cabo su duelo, su relación con la verdad, su vínculo con los victimarios, con la reparación y la reconciliación.

Aproximadamente dos de cada diez colombianos han sido sujeto de daño en las últimas cinco décadas: seis millones de desterrados –desplazados– según las Naciones Unidas; más de 500.000 familias inscritas en los protocolos y registros de víctimas que reclaman resarcimiento por el asesinato de sus seres queridos; –entre 30.000 y 50.000 reportes de desapariciones forzadas según la base de datos consultada–, ya sea del Estado o del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado; y más de dos decenas de miles de secuestrados, ello sin contar los afectados por minas anti-persona, la tortura invisibilizada y los exiliados olvidados. Esta población en otras épocas ha recibido distintos trata/mientos discursivos, tales como perjudicados o como afectados por la guerra sucia, hoy como víctimas del conflicto armado, del terrorismo, el narcotráfico y la corrupción.

En Colombia, la cantidad de crímenes contra la población civil y no civil ha producido de un modo silencioso una serie de tensiones entre las prácticas culturales visibles y no visibles del sufrimiento social. Frente a estos crímenes, los expertos han definido diferentes leyes, políticas, planes, programas y proyectos que, como discursos y tecnologías, configuran y desarrollan trata/mientos para las personas sujetadas al daño, aplicados la mayor de las veces por los agentes de socorro que los auxilian, orientan y forman, según la afectación dada por los hechos y la clasificación que dentro del campo enunciativo del programa de atención les es atribuida –política de la representación que se les ha impuesto o sugerido–.

La sujeción al daño se despliega más allá del perjuicio real, de la violación del derecho. Ella incluye tanto el daño ontológicoel daño por impunidadel daño político