Mi Amado para mí

Ya toda me entregué y di

y de tal suerte he trocado

que mi Amado es para mí

y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador

me tiró y dejó herida

en los brazos del amor

mi alma quedó rendida,

y cobrando nueva vida

de tal manera he trocado

que mi Amado para mí

y yo soy para mi Amado.

Hiriome con una flecha

enherbolada de amor

y mi alma quedó hecha

una con su Creador;

ya yo no quiero otro amor

pues a mi Dios me he entregado,

y mi Amado es para mí

y yo soy para mi Amado.

Vuestra soy

Vuestra soy, para Vos nací,

¿qué mandáis hacer de mí?

Soberana Majestad,

eterna sabiduría,

bondad buena al alma mía,

Dios, alteza, un ser, bondad,

la gran vileza mirad

que hoy os canta amor así.

¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me creasteis;

vuestra, pues me redimisteis;

vuestra, pues que me sufristeis;

vuestra, pues que me llamasteis;

vuestra, pues me conservasteis;

vuestra, pues no me perdí.

¿Qué mandáis hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,

que haga tan vil criado?

¿Cuál oficio le habéis dado

a este esclavo pecador?

Veisme aquí, mi dulce Amor,

Amor dulce, veisme aquí,

¿qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,

yo le pongo en vuestra palma

mi cuerpo, mi vida y alma,

mis entrañas y afición.

Dulce Esposo y redención,

pues por vuestra me ofrecí,

¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida:

dad salud o enfermedad,

honra o deshonra me dad,

dadme guerra o paz cumplida,

flaqueza o fuerza a mi vida,

que a todo diré que sí.

¿Qué queréis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,

dad consuelo o desconsuelo,

dadme alegría o tristeza,

dadme infierno o dadme cielo,

vida dulce, sol sin velo,

pues del todo me rendí.

¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración,

si no, dadme sequedad,

si abundancia y devoción,

y si no esterilidad.

Soberana Majestad,

solo hallo paz aquí.

¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme, pues, sabiduría,

o por amor ignorancia.

Dadme años de abundancia

o de hambre y carestía,

dad tiniebla o claro día,

revolvedme aquí o allí.

¿Qué mandáis hacer de mí?

Si queréis que esté holgando,

quiero por amor holgar,

si me mandáis trabajar,

morir quiero trabajando.

Decid dónde, cómo y cuándo.

Decid, dulce Amor, decid,

¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme Calvario o Tabor,

desierto o tierra abundosa,

sea Job en el dolor,

o Juan que al pecho reposa;

sea viña fructuosa

o estéril, si cumple así.

¿Qué mandáis hacer de mí?

Sea Josef puesto en cadenas

o de Egipto adelantado,

o David sufriendo penas,

o ya David encumbrado,

sea Jonás anegado,

o libertado de allí.

¿Qué mandáis hacer de mí?

Esté callando o hablando,

haga fruto o no le haga,

muéstreme la Ley mi llaga,

goce de Evangelio blando,

esté penando o gozando,

solo Vos en mí vivid.

¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para Vos nací,

¿qué mandáis hacer de mí?

Fray Luis de León

(España, 1527-1591)


Poeta y religioso del Renacimiento español.

Es su poesía de temática moral, de retiro espiritual y búsqueda del conocimiento, inspirada en el deseo de alcanzar a Dios, construida estrófica-mente con perfección y gracia.

Sonetos

1

Amor casi de un vuelo me ha encumbrado

adonde no llegó ni el pensamiento;

mas toda esta grandeza de contento

me turba, y entristece este cuidado,

que temo que no venga derrocado

al suelo por faltarle fundamento;

que en lo que breve sube en alto asiento,

suele desfallecer apresurado.

Mas luego me consuela y asegura

el ver que soy, señora ilustre, obra

de vuestra sola gracia, y en vos fío:

porque conservaréis vuestra hechura,

mis faltas supliréis con vuestra sobra,

y vuestro bien hará durable el mío.

2

Alargo enfermo el paso, y vuelvo, cuanto

alargo el paso, atrás el pensamiento;

no vuelvo, que antes siempre miro atento

la causa de mi gozo y de mi llanto.

Allí estoy firme y quedo, mas en tanto

llevado del contrario movimiento,

cual hace el extendido en el tormento,

padezco fiero mal, fiero quebranto.

En partes, pues, diversas dividida

el alma, por huir tan cruda pena,

quisiera dar ya al suelo estos despojos.

Gime, suspira y llora desvalida,

y en medio del llorar solo esto suena:

«¿Cuándo volveré, Nise, a ver tus ojos?».

San Juan de la Cruz

(España, 1542-1591)


Bellísima voz del Renacimiento español.

Es su poesía de naturaleza devota y contemplativa, y toda su vida de ejemplar humildad y entrega.


San_Juan_de_la_Cruz


Lope de Vega

(España, 1562-1635)


Prolífico escritor español, tanto de obras de teatro como de poemas. Autor de Fuenteovejuna, de notable trascendencia en el tiempo y el espacio.

Francisco_de_Quvedo

Francisco de Quevedo y Villegas

(España, 1580-1645)


Escritor de impresionante cultura, notorio por la naturaleza contrastiva de su obra así como de su devenir, en la expresión moralizante, sarcástica y desmesurada.

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra que me llevare el blanco día,

y podrá desatar esta alma mía

hora a su afán ansioso lisonjera;

más no de esotra parte en la ribera

dejará la memoria, en donde ardía;

nadar sabe mi alma la agua fría,

y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,

venas que humor a tanto fuego han dado,

médulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado;

serán ceniza, más tendrá sentido;

polvo serán más polvo enamorado.

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Sor Juana Inés de la Cruz

(México, 1651-1695)


De ella dijo Gabriela Mistral que «se anticipó a su época con anticipación tan enorme que da estupor». Y es que sor Juana fue la voz más sobresaliente de las letras hispanoamericanas del siglo xvii, y tanta su luz y permanente riesgo, que hoy nos alcanza.

Décimas

De amor y de discreción

16

Dime, vencedor Rapaz,

vencido de mi constancia,

¿qué ha sacado tu arrogancia

de alterar mi firme paz?

Que aunque de vencer capaz

es la punta de tu arpón

el más duro corazón,

¿qué importa el tiro violento,

si a pesar del vencimiento

queda viva la razón?

Tienes grande señorío;

pero tu jurisdicción

domina la inclinación,

mas no pasa al albedrío.

Y así librarme confío

de tu loco atrevimiento,

pues aunque rendida siento

y presa la libertad,

se rinde la voluntad

pero no el consentimiento.

En dos partes dividida

tengo el alma en confusión:

una, esclava a la pasión,

y otra, a la razón medida.

Guerra civil, encendida,

aflige el pecho importuna:

quiere vencer cada una,

y entre fortunas tan varias,

morirán ambas contrarias

pero vencerá ninguna.

Cuando fuera, Amor, te vía,

no merecí de ti palma;

y hoy, que estás dentro del alma,

es resistir valentía.

Córrase, pues, tu porfía,

de los triunfos que te gano:

pues cuando ocupas, tirano,

sin resistillo,

tienes vencido el Castillo

e invencible el alma, el Castellano.

Invicta razón alienta

armas contra tu vil saña,

y el pecho es corta campaña

a batalla tan sangrienta.

Y así, Amor, en vano intenta

tu esfuerzo loco ofenderme:

pues podré decir, al verme

expirar sin entregarme,

que conseguiste matarme

mas no pudiste vencerme.

Sonetos

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José María Heredia

(Santiago de Cuba, 1803-1839)


Voz cimera de la lírica en Cuba y Latinoamérica. Su transcurrir vital no fue ajeno a la opresión de España y así lo refleja a través de su obra revolucionaria y sensible, amante de la natura-leza, de la mujer y de la patria.

Pl_cido

Gabriel de la Concepción Valdés Plácido

(La Habana, 1809-1844)


Poeta de humilde origen, discriminado por su condición de mulato. Son notorios sus poemas de amor y su Plegaria a Dios, de connotación patriótica. Acusado de participar en la Conspira-ción de la Escalera, muere fusilado.

A una ingrata

Basta de amor: si un tiempo te quería

ya se acabó mi juvenil locura,

porque es Celia, tu cándida hermosura,

como la nieve, deslumbrante y fría.

No encuentro en ti la extrema simpatía

que mi alma ardiente contemplar procura,

ni entre las sombras de la noche oscura,

ni a la espléndida faz del claro día.

Amor no quiero como tú me amas

sorda a los ayes, insensible al ruego;

quiero de mirlos adornar con ramas.

Un corazón que me idolatre ciego,

quiero besar a una deidad de llamas,

quiero abrazar a una mujer de fuego.

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Gertrudis Gómez de Avellaneda

(Camagüey, 1814-1873)


Excepcional artista del verso, también lo fue del drama y la novela. Sus cartas a Ignacio de Cepeda constituyen un impresionante canto de amor.

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José Jacinto Milanés

(Matanzas, 1814-1863)


Poeta y dramaturgo. Notable en la expresión del sentimiento amoroso y la exaltación del yo y la naturaleza, propios del Romanticismo.

Zenea

Juan Clemente Zenea

(Bayamo, 1832-1871)


Es su poesía intimista y patriótica. Son sus temas la desdicha, el gusto por la naturaleza, la muerte, en el perenne amor que todo lo abarca.

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Gustavo Adolfo Bécquer

(España, 1836-1870)


Poeta de los finales del Romanticismo español. Autor de las memorables Rimas y Leyendas, expresión de un poeta que vivió lo que sobre el amor soñara, y por lo que soñara vivió.

XXX

Asomaba a sus ojos una lágrima

y a mi labio una frase de perdón;