A mis padres,
que de nada, me lo dieron todo.

Y díganme,

¿hay algo más absurdo que un loro?

Sí… un loro llamado Oxímoron*.

(*Oxímoron: figura literaria que plantea
una imagen absurda conformada por ideas
contradictorias entre sí. Por ejemplo: la luz
oscura, el fuego helado o una bulliciosa soledad).

El absurdo Oxi

Felipe Jordán Jiménez

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PRÓLOGO IMPRESCINDIBLE

Los prólogos no suelen importarle a mucha gente, ni siquiera a los más lectores. Tal parece que los prólogos nacieron para ser ignorados y solo servir para abultar más el número de páginas de algún raquítico libro. Triste destino el de los prólogos.

Sin embargo, este prólogo que recién comienza, no lleva el calificativo de “imprescindible” así porque sí no más. No, realmente es imprescindible leerlo para entender mejor el porqué de los nombres de los personajes. Estos nombres no son un mero capricho del autor, sino que tienen directa relación con lo que es, y cómo es, el personaje. Claro, porque un personaje debe llevar un nombre que le acomode, que realmente lo identifique. A un gigante, por ejemplo, no podemos llamarlo Pepito, así como el nombre Hércules no queda bien para una hormiga, ¿me entienden?

Los personajes de este relato llevan nombres especiales, porque ellos lo son y, a medida que lean, se darán cuenta por qué. Pero, para eso, es absolutamente necesario este prólogo, que da pistas de cómo son los personajes, explicándonos el origen de sus curiosos nombres. Pero ojo, no voy a decirles aquí nada de los personajes, eso lo descubrirán después, ahora solo me referiré a los nombres.

Empezaré por los más importantes:

Manfred von Richthofen: (se pronuncia RIJTOFEN) fue el más famoso “as” de la aviación alemana durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y quizás lo conozcan por el sobrenombre de Barón Rojo (pues su avión estaba pintado de ese color). De más está decir que era un hábil piloto.

Fausto: personaje creado por el alemán Wolfgang Goethe, que era un hombre ya mayor, muy estudioso y que buscaba afanosamente encontrar la verdad de cada cosa. Así se mete en varios líos, pero baste decir eso por ahora.

Ícaro: personaje mitológico griego, que puede volar gracias a las alas creadas por su padre Dédalo. Su historia es trágica, pero eso no nos importa aquí.

Tonati (o Tonatiuh), que suena tan raro: es uno de los tantos nombres que recibe el sol en la cultura azteca y es una palabra náhuatl, que era la lengua que hablaban los aztecas.

Lucrecia Borgia: noble italiana nacida el siglo XV, tristemente célebre por repartir veneno a destajo.

Vito Corleone: protagonista del filme El Padrino, mafioso de los más malos que se han visto.

Aurora: la de los rosados dedos, como le decían los griegos, que la tenían por la diosa del amanecer.

Falstaff: personaje del inglés Shakespeare, famoso por ser bueno para comer y pasarlo bien.

Stuka: no es ni persona ni personaje, sino un tipo de avión de combate alemán, muy usado en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Nosferatu y Barnabás: vampiros del cine que, como tales, preferían salir de noche que de día y esa es la característica que vale en este relato.

Entonces, una vez leído este necesario prólogo, se hace imprescindible ahora, leer el resto del libro. Obvio, ¿no?

Adelante.