—No hagas cumplidos y siéntate a comer —le invitó la cigüeña.

Fue entonces cuando el zorro se fijó en la mesa. El banquete estaba compuesto por humeantes y, a no dudar, sabrosos caldos, que él se iba a quedar sin probar porque estaban servidos en vasijas de cuellos largos y estrechos.

Y aunque durante la comida intentó introducir el hocico en todas las vasijas, no pudo probar ni una sola gota.

Así fue como el burlador quedó burlado. Y, al poco rato, pretextando que se sentía indispuesto, el zorro se marchó a su casa en ayunas y con el rabo entre las piernas mientras la cigüeña y los otros invitados se quedaban riendo a carcajadas y con el estómago lleno.


27.tif


     Así fue como el burlador quedó burlado y tuvo que irse en ayunas y con el rabo entre piernas.