El_Viajero_espiritual_KINDLE.jpg

El viajero espiritual

Un recorrido por los jardines del alma

Asunción G. García

Para John, Encarnita, Paco, Ángel Luis, Margarita, Pedro y Carmen. Gracias por esos momentos sin los cuales no me habría sido posible escribir este libro.

Y especialmente para mis hijos, mis mayores críticos.

Fui a visitar la tumba de San Juan de la Cruz
y junto a ella encontré esta oración.
Me pareció muy reveladora.

Oración de alma enamorada

No me quitarás, Dios mío,

Lo que una vez me diste

En tu único Hijo Jesucristo,

En que me diste

Todo lo que quiero;

Por eso me holgaré

Que no te tardarás

Si yo espero.

Míos son los cielos

Y mía es la Tierra;

Mías son las gentes,

Los justos son míos,

Y míos los pecadores;

Los ángeles son míos,

Y la Madre de Dios,

Y todas las cosas son mías,

Y el mismo Dios es mío

Y para mí,

Porque Cristo es mío

Y todo para mí.

Pues, ¿qué pides y buscas,

Alma mía?

Tuyo es todo esto,

Y todo es para ti.

No te pongas en menos

Ni repares en migajas

Que se caen de la mesa

De tu Padre.

Sal fuera

Y gloriate en tu gloria;

Escóndete en ella y goza,

Y alcanzarás las peticiones

De tu corazón.

Fr. Juan de la +

Prologo

¿Alguna vez te has preguntado por qué estamos aquí?

¿Crees en un ser superior o en la espiritualidad?

¿Realmente somos lo único que existe aquí y ahora?

En El viajero espiritual se nos recuerda que dentro de cada uno de nosotros existe un tesoro de difícil explicación que quizás hayamos olvidado. Algunos lo llaman «espíritu», otros lo llaman «luz» y otros «energía». Pero si miramos profundamente hacia el interior de nuestras mentes y somos tan valientes como para decidir escucharnos a nosotros mismos, tal vez nos demos cuenta de que ese tesoro existe.

Para mí, una parte muy especial de este libro es aquella en la que se nos muestra que no estamos solos, que siempre a lo largo del camino hay alguien a nuestro lado que nos cuida, nos ayuda y nos protege. Ese «alguien» forma parte de la esencia misma de nuestro ser y nos ama de verdad. Es más, tanto es así que seguramente ayudó a constituir nuestro consciente, siendo desde siempre, por siempre y para siempre, nuestra luz y nuestro guía.

A través de su libro y de sus palabras, Asunción G. García es capaz de abrir una puerta maravillosa a la luz, brindándonos, mientras nos invita a cruzarla, la posibilidad de explorar las misteriosas maneras en las que nuestras vidas se van llenando de desafíos y sorpresas. Ella nos propone nuevas oportunidades y nuevas opciones de acercamiento a nuestro verdadero yo como método para la obtención de una bonita y dulce paz interior, seguramente bien merecida.

Sencilla, amable, sincera y preocupada por los demás, vive el día a día tratando de comprender el difícil mundo en el que vivimos para después poder explicárselo a aquel que se pregunte por la vida.

A través de su sonrisa y de sus hermosas palabras es capaz de traspasar todas las barreras, y es que tiene una llave mágica para llegar al corazón de las personas. Creo que es muy especial en todo.

John O´Brien, sociólogo

Introduccion

Cuando leas este libro puede que me creas o puede que no, y aunque seguramente acabaremos poniéndonos de acuerdo, si no lo haces al menos encontrarás aquí una lectura amena, amable y muy entretenida. Lo único que espero es que te acerques a él con el corazón y la mente abiertos y que disfrutes al leerlo, tanto como yo lo hice al escribirlo.

Lo que vas a leer son las cosas que he aprendido en toda una vida de lucha conmigo misma, y a veces con los demás, pero no me arrepiento de nada, ya que esta dura batalla me ha servido para descubrir ese rinconcito de mi corazón en donde habita todo lo verdadero. Hoy sé qué buscar y dónde buscarlo, y por eso ahora, a dos pasitos de conocerme y aceptarme por completo, es muy importante para mí compartir mis sentimientos y la manera en la que he llegado hasta aquí.

El viajero espiritual es un libro de terapia para el alma, un libro de reencuentros, de superación, de descubrimientos y respuestas. Lleno de emotividad, sentimientos y esperanza, nos habla sobre la felicidad y sobre cómo encontrar nuestro camino.

A través de sus páginas podrás observar la vida desde una perspectiva diferente y aprender a creer en ti y en todo lo que te rodea, de manera que al hacerlo se obre de nuevo el prodigio, haciendo visible a tus ojos lo invisible y lo puro.

Una vez sumergido en tu propio mundo personal y espiritual, los seres de luz te servirán de guías para que experimentes la inmensa fuerza de tu corazón, lo que facilitará que puedas afrontar tu pasado, tu presente y tu futuro de otra manera, descubriéndote de nuevo a ti mismo y conociéndote mejor.

Con un esperanzador e importante mensaje, El viajero espiritual busca darte unas pautas para que reflexiones y puedas dar un giro positivo a tu vida, de modo que, a través de su lectura, logres fluir hacia una existencia más hermosa, feliz y libre.

Dirigido a personas adultas que sientan inquietud y curiosidad por los diferentes temas espirituales, es un libro que habla con fluidez de espiritualidad y crecimiento personal. Las explicaciones son sencillas y todas están relacionadas con experiencias que podrás, en un momento determinado, sentir como propias.

Además de estos, también se abordan otros temas como lo que sucede después de la muerte, los viajes astrales, los contactos con los seres de luz, los guías espirituales, las experiencias cercanas a la muerte, el sentido de la existencia, la fuerza interior, los ángeles, etc. Y se propone de una forma muy especial la manera de plantar cara a los miedos a fin de poder alcanzar la paz en nuestros corazones.

No sé si aquí encontrarás lo que buscas, aunque espero que sí, pero si no es así, tengo la esperanza de que al menos este libro no te deje indiferente.

Y ahora que ya has dado el primer paso, abre tu corazón y disfruta con la lectura. Muchas gracias.

Asunción G. García

I. El viajero espiritual

«Al abrir tu corazón, verás muy claro el camino correcto y ya no habrá lugar para el miedo o la duda porque cada vez que des un nuevo paso avanzarás más hacia tu felicidad».

Ser «viajero espiritual» significa abrir los ojos a tu mundo interior y comenzar a experimentar una realidad diferente que te llevará a descubrir lugares fascinantes, llenos de vida y de luz. Significa haber adquirido el grado de valentía necesario para descubrirte a ti mismo y aceptarte como eres así como observar el mundo que te rodea de otra manera, pero, ante todo, que estás dispuesto a conectar con tus orígenes.

Todos podemos hacerlo porque lo único que necesitamos para que esto suceda es abrir el corazón.

Cada persona ha de encontrar su propio camino y andarlo a su manera. Por eso, aquellos que en algún momento de nuestras vidas decidimos buscarlo por la senda de la espiritualidad, probablemente todavía estemos aprendiendo a desprendernos de ciertas cosas que no son necesarias y que podrían limitarnos a la hora de realizar este largo recorrido.

Quítate el peso del rencor, de la tristeza, de la pena, del miedo, de los conflictos… y mete en tu mochila de viajero todas tus ilusiones, tus esperanzas, tus fantasías… y aquellos sentimientos puros, sinceros y hermosos que te ayudarán siempre: amor, alegría, ánimo, confianza, fe, compasión, perdón… Intenta orientar cada momento de tu vida hacia la verdad porque no ser sinceros con nosotros mismos o con los demás, o contar medias verdades, quizás nos funcione durante algún tiempo, pero no podremos engañar ni engañarnos continuamente. Abre tu corazón y tu mente, reconoce lo que está mal, sácalo fuera y verás cómo te sientes mucho mejor.

Cambia tu manera de pensar, busca siempre el lado positivo de las cosas, intenta vivir el día a día, respétate, toma las riendas de tu vida y confía en ti y en tu poder para hacer que aquello que quieras cambiar cambie.

Pero para que esto suceda, debes dedicarte tiempo a ti mismo, tratar a los demás como te gustaría ser tratado, y sobre todo perdonar, pues será en el perdón donde encuentres la felicidad. Ten la seguridad de que siendo feliz podrás también hacer mucho más felices a los que te rodean.

Entre las virtudes del viajero espiritual está el ser uno mismo, creer en lo que se siente y actuar con humildad. Debes ser valiente y abrir tu corazón porque en él están todas las respuestas. Déjate guiar por él, sé sincero y no intentes controlar todo lo que sientes porque no será posible. Adopta una actitud positiva, comparte con los demás, deja que la vida sea más amable contigo, admite el amor que recibes y sé feliz.

Una vez entendido esto, has de comprender que implica además tener el coraje suficiente para permitir que los que están a nuestro lado disfruten de la misma posibilidad. Aconséjalos cuando te lo pidan pero dales la libertad que necesiten. Ellos, al igual que tú, también precisan descubrir su sendero y andarlo por sí mismos. Ya sé que piensas que los tuyos dependen de ti, pero hay cosas que no podrás hacer por ellos.

Ahora relájate, observa tu respiración, concéntrate en lo que sientes y sé bienvenido a la luz del otro lado… porque esta es y aquí comienza tu nueva aventura…

Vívela con la intensidad, la fuerza y la pasión que se obtienen al creer en uno mismo.

II. Al otro lado del corazon

«Aceptar plenamente el amor y la ayuda que recibimos de los demás nos hará descubrir y comprender realmente las cosas que son importantes».

Todos somos seres de luz y formamos parte del mismo proyecto, como un gran equipo que debe trabajar unido y prestarse apoyo mutuo, así que no importa si algunos seres están más evolucionados que otros porque todos viajamos en el mismo barco.

A veces oímos hablar del mundo espiritual y nos «suena», aunque pensamos que si existe debe estar en algún lugar fuera de nuestro alcance, y no sabemos dónde. No obstante, esos niveles o planos de existencia que ahora nos parecen tan extraños y lejanos no lo son ni lo están, si bien es cierto que cada uno debe ocupar el sitio que le corresponde.

Cada dimensión o lugar en el Universo vibra con una forma o frecuencia diferente, lo que hace que conviviendo en un espacio infinito puedan existir planos superpuestos que no se mezclen entre sí. Con todo, aquellos seres que por algún motivo tuviesen la intención de pasar de un plano de existencia a otro, solo podrían hacerlo si se tratase de un plano inferior al suyo porque no se puede acceder a un estado superior si no se ha evolucionado en este sentido.

Hay seres espirituales que desde el otro lado nos acompañan, nos aconsejan y velan por nuestra integridad y madurez espiritual, aunque no interfieren en nuestras decisiones ya que, además de que existen leyes naturales y espirituales que lo impiden, hacerlo no sería ético, pues cada cual ha de tener entera libertad para ser el protagonista de su vida y el director de su propio plan de aprendizaje. Y aunque sabemos que seres mucho más evolucionados que nosotros en algunos períodos importantes de la Humanidad han decidido acercarse para advertirnos o aconsejarnos, esto no ha impedido que, llegado el momento crucial de la decisión, actuasen en consecuencia sabiendo que su deber era retirarse y dejarnos decidir por nosotros mismos.

Los seres espirituales están tan interesados en nosotros como nosotros en ellos y la mayoría de las veces nos ayudan sin que nos demos cuenta. Sin embargo, siempre nos dejarán espacio suficiente para que podamos tomar nuestras propias decisiones. Cuando nos salen muy bien las cosas y pensamos que es cuestión de suerte, cuando las soluciones a los problemas aparecen como por arte de magia, cuando encontramos a una persona en la que habíamos pensado justamente hacía unos días, cuando empezamos a sentirnos muy bien con nosotros mismos, cuando una puerta se cierra y otras muchas se abren, cuando tenemos miedo pero somos valientes… ellos están ahí, a nuestro lado.

Por eso, los humanos que disfrutamos de este maravilloso mundo habilitado especialmente para nosotros, que hemos sido creados iguales y diferentes a la vez, excepcionales y extraordinarios cada uno en nuestra individualidad y completamente libres, debemos aceptar plenamente el amor y el apoyo recibido ya que esto nos hará descubrir y comprender realmente las cosas que son importantes.

Nuestro paso por la vida también nos ofrece muchas oportunidades para el aprendizaje, pues en conjunto como especie o de manera individual, las oportunidades no cesan. Es más, somos nosotros los que a veces, incapaces de ver lo que hay más allá de la superficie, no las aceptamos o no las vemos como tales, limitándonos a sufrir en silencio o a rechazar cualquier posibilidad que nos pueda llevar a asimilar nuestro dolor y a avanzar.

Debes abrir tu corazón, confiar, ser positivo, amar, valorar lo que tienes, pedir ayuda cuando la necesites, aprender a sonreír, disfrutar y perder el miedo a no ser aceptado por aquellos que tienen la mente y el corazón cerrados, pues recuerda que también ellos serán ayudados cuando lo necesiten.

Hace tiempo pensaba que pedir ayuda era algo que no se debía hacer muy a menudo, pero conforme fui madurando comprendí que la ayuda es solamente eso, ayuda, que no se trata de hacer algo muy grande por otro sino de dar a cada uno lo que necesita: apoyo, un consejo, un abrazo, saberle escuchar… y que, por lo tanto, hemos de tener la humildad suficiente para aprender a pedirla. Se trate del mundo espiritual, de la familia o de un amigo, siempre habrá alguien dispuesto a ayudarnos sin pedir nada a cambio; solo hemos de abrir el corazón y confiar.

Si tenemos la valentía de dejarnos llevar por nuestros sentimientos sin cuestionarlo todo, queriendo racionalizar cada cosa que nos pase, y decidimos abrir nuestros corazones a la espiritualidad, posiblemente lleguemos a comprender mejor por qué y para qué estamos aquí. Aunque tampoco es cuestión de perdernos completamente en el plano espiritual abandonando el plano físico. Abrir nuestro corazón y nuestra mente está bien, pero sin que eso domine toda nuestra vida. Así somos y así es nuestra naturaleza, y por tanto hemos de vivir y ser felices en los dos planos; ambos se complementan y no deberían ser un obstáculo el uno para el otro.

Con el paso de los años he aprendido a ser paciente y positiva; sin embargo, todavía me cuesta dejar las puertas abiertas a todo ese amor sin condiciones que sé que cada uno de nosotros llevamos dentro. Y aunque estoy segura de que a pesar de mis limitaciones puedo y debo hacerlo, también sé que supone una gran valentía.

Un día cualquiera, cuando abras tu mente y tu corazón, empezarás a sentirte libre de verdad y te verás sorprendido por sensaciones «diferentes» a través de las que tú, maestro alquímico de ti mismo y en un intento por descifrar el enigma, quedarás finalmente convencido de que, más cerca incluso de lo que imaginabas, existen otros lugares y otros planos o niveles de existencia.

Y así, fascinado ante una atmósfera que ahora te parece más etérea, sutil y flexible, tras robarle un segundo a la razón asumirás esta verdad convencido de que tu vida podría cambiar en un instante…

III. Hay seres de luz aqui conmigo

«Duerme tranquilo y no pierdas la esperanza porque nos encontraremos de nuevo».

De igual manera que nuestros padres nos dan un nombre al nacer, cada uno de nosotros tiene un nombre que se nos dio al ser creados y que va asociado con la vibración que produce nuestra alma al moverse en el mundo espiritual, pues cada espíritu vibra de forma diferente. Esta información es de vital importancia, dado que nuestro nombre es la llave o clave que permitirá el acceso a nuestra información personal en el universo espiritual.

Existe un lugar, un tiempo o una dimensión en la cual a los que cruzaron al otro lado les es permitido ver o comunicarse con sus seres queridos. Sobre todo cuando están muy unidos a ellos o tienen algo que les quedó pendiente. Y aunque pueden presentarse como una aparición, algunos espíritus no desean usar esta forma porque a veces podría resultar doloroso o traumático. Prefieren elegir otras posibilidades como la comunicación a través de sueños o durante viajes astrales.

Era muy joven, casi una adolescente, cuando se marchó al otro lado con tanta prisa que no hubo tiempo para despedidas. La conocía muy bien, la quería, la quiero y siempre estará en mi corazón.

Con motivo de su visita escogió un escenario familiar para ambas, una parte de la plaza del pueblo que solía frecuentar con sus amigos y en la que probablemente siempre se había sentido muy feliz y segura.

De repente, y a pesar de tener la absoluta certeza de haber estado dormida en mi cama, me encontré en esa plaza.

No puedo ocultar que me sentí un tanto confusa al comprobar lo real que parecía aquella situación pues, aunque indudablemente esa experiencia había surgido de manera espontánea, como en un sueño, por otro lado, en aquel momento yo sabía muy bien donde estaba y lo que hacía, e incluso, a medida que pasaba el tiempo y conforme me iba adaptando mejor al nuevo ambiente, cada vez me sentía más consciente y capaz. Así que, para asegurarme de que aquello que estaba viviendo era objetivamente cierto, quise comprobar, antes de admitir que no se trataba de un simple sueño, hasta qué punto tenía la posibilidad de pensar por mí misma o de controlar de alguna manera la situación.

Observé el lugar con detenimiento y todo parecía estar en su sitio. Allí había otras personas, pero ni siquiera se fijaron en mí.

Aquella zona, con una atmósfera muy luminosa y un ambiente sereno y distendido, lejos de intimidarme o hacerme sentir miedo más bien me invitaba a la tranquilidad y al sosiego, por lo que decidí que lo más prudente sería no moverme y estar atenta a que en cualquier momento pudiera producirse un suceso inesperado.

Y entonces, para mi sorpresa, la vi acercarse…

La miré mientras venía. Radiante y repleta de amor, estaba muy guapa con su pelo largo acariciándole los hombros, con su eterna sonrisa, con su manera de andar, con la misma alegría de siempre, plena de luz y de ilusión… Me pareció un ángel.

Llegó a mí como un soplo de aire fresco y comenzó a saludarme muy efusivamente mientras yo, emocionada, nerviosa y confusa, buscaba su rostro con avidez queriendo encontrar en él las mil respuestas a las mil preguntas que tenía. Pero, tras ese natural desconcierto, de repente sucedió. Comencé a sentir algo tan maravilloso que a día de hoy solamente soy capaz de describirlo como un único y auténtico momento de felicidad. Invadida por una emoción cada vez más profunda, comprendí.

Sonriendo muy contenta, la miré de nuevo comprobando que allí, dibujado en su reflejo sereno y a la luz de aquel instante, por más recelos que yo tuviera solamente podría hallar amor, paz y armonía. Y pensé «no puedo llevármela a casa, lo sé, pero si ella está bien, yo también».

En ese momento, con el corazón encogido, me quedé muda. Ni siquiera me atreví a tocarla. Aunque a simple vista se podía apreciar que estaba maravillosa, llena de vida y feliz, yo, altamente susceptible y con la ternura a flor de piel, me descubrí aturdida interrogándola de nuevo con la mirada tratando de comprobar, otra vez, cuál era su estado. Con todo, era bastante evidente que, aunque su aspecto seguía siendo el mismo que cuando vivía de este lado del corazón, su apariencia era mucho más resplandeciente y hermosa. Así que quedaba muy, muy claro, que allí la estaban cuidando igual que lo hacía su madre cuando la tenía con ella y que, por lo tanto, yo no debía preocuparme.

Para mi ángel, nuestro encuentro era como un juego y reía sin parar; yo sabía que se alegraba de verme… ¡pero yo también me alegraba muchísimo de verla a ella!

Con gran entusiasmo y usando las mismas palabras a las que me tenía acostumbrada, me contó que estaba genial, que tenía muchos amigos y que era muy feliz. Entonces, olvidándose por completo de sí misma, cambió de tema y volvió a interesarse por mis cosas.

A lo que yo, y no acertando a comprender de qué modo se me había desatado el nudo que tenía en la garganta, finalmente añadí:

–¡Hola cariño! ¿Cómo estás?

–Muy bien, aquí se está muy bien. ¿Cómo estás tú? ¿Necesitas ayuda? ¿Quieres algo? ¿Quieres que te ayude?

–No gracias, estoy bien.

–Dile a mi madre que no sufra, que estoy muy bien.

–Sí, lo haré.

–Oye –dijo sonriendo y con tono de complicidad–, ¿quieres saber cómo te llaman aquí?

Y pronunció mi nombre, mi verdadero nombre espiritual, y aunque lo he olvidado, me gustó conocerlo. Sin embargo, lo que jamás podré olvidar son aquellos dulces, intensos y fugaces instantes en los que pude estar de nuevo con ella.

Inmediatamente –y quizás en un necesario intento por controlar a su nueva pupila– hizo acto de presencia otro ser de luz dando así por terminada nuestra breve y maravillosa entrevista. Era una señora mayor muy digna, fuerte y segura de sí misma. Apareció quién sabe de dónde y, tras ignorarme por completo, pasó su elegante mano por encima del hombro de mi ángel y la apartó de mí. Mientras se la llevaba, le iba explicando con delicadeza y extrema dulzura por qué no estaba permitido decirles su nombre a los que no eran de allí.

Y al mismo tiempo que ambas desaparecían de mi vista sin mirar atrás, yo despertaba en mi cama desbordada por mis emociones y llena de amor. Queriendo contener una lágrima que traicionera y decidida, intentaba abrirse paso a través de mi mejilla, volví a recordarla con añoranza mientras plácidamente me dormía de nuevo, tranquila, segura y muy agradecida a todos aquellos que me habían permitido tener aquel precioso encuentro… tan bonito, tan especial y tan lleno de vida.

IV. Nunca caminas solo

«Nunca caminas solo; siempre hay alguien a tu lado, ocupándose de ti, apoyándote y ofreciendo soluciones a tus problemas, abre tu corazón y escucha».

Hay veces que, en épocas muy bajas, podríamos sentirnos cansados y sucumbir a la tristeza. Pero si casualmente alguna vez te sucediese esto, cuando estés allí en tu mundo triste piensa que la vida hoy no es fácil para nadie y que no debes rendirte. Ya sé que tienes poco tiempo para ti y que todo es muy complicado. No obstante, si eres positivo y tienes la paciencia, la esperanza y la fuerza necesarias, podrás conseguir cualquier cosa que te propongas.

Experimentar una sensación de luz es algo extraordinario que jamás se olvida y que debe además servirnos de inspiración principalmente en esas épocas en las que nos sentimos solos o estamos afligidos… Y es que la soledad es un extraño mal difícil de curar, sobre todo si viene de dentro. Aunque, si estás decidido a superar cualquier obstáculo que aparezca en el sendero de tu vida, has de enfrentarte a ella e intentar recuperar la ilusión y la confianza.

Deja que el corazón te diga la verdad, abre tu mente y comprende lo equivocado que vivías al pensar que estabas solo. Nunca caminas solo; siempre hay seres de luz contigo, ocupándose de ti, apoyándote y ofreciendo soluciones a tus problemas por graves que a ti te parezcan. Debes hablar con ellos, contarles lo que te preocupa y pedirles lo que necesites. Hazlo sin más porque funciona. Y un día cualquiera te sorprenderás a ti mismo escuchándote por encima de tus pensamientos... Y, de repente, lo verás todo claro: era tan fácil…

Y entonces entenderás que has recibido esa fuerza e ilusión que tanto necesitabas.

Y sucederá que ese día cualquiera, cuando menos lo esperes, comenzarás a interesarte por cosas que antes ni siquiera ocupaban tiempo en tu mente, y sin apenas darte cuenta caerá el velo que cubría tus ojos y creerás al fin que «ellos» te están ayudando y que están aquí para apoyarte y valorarte como te mereces.

A veces distinguirás pequeñas luces; otras, una especie de sombras que pasarán cerca de ti como si tuvieran mucha prisa… y las verás por el rabillo del ojo y te parecerá que el tiempo se detiene… y ese será el instante en el que, muy sorprendido, casi sin atreverte a respirar, apreciarás que allí a tu lado hay «alguien» a quien en realidad no puedes ver. En ese momento, posiblemente lleno de dudas, te harás muchas preguntas, aunque, al advertir que tal vez tengas respuesta para todas, lejos de asustarte te sentirás muy bien y muy especial porque en tu interior conoces la verdad. Luego, más tarde, al pensártelo dos veces, quizás intentes olvidarlo y no desees contárselo a nadie... o sí. Pero si decidieses compartir tu aventura te darías cuenta de que es más usual de lo que parece.

Y ahora que ya estás en el camino, si te atrevieses a continuar con tu búsqueda y a reconocer que fuiste y que eres capaz de tener ciertas sensaciones, de este modo, después de «apreciar» y «sentir» podrás también «escuchar». Y escucharás sonidos o alguna «voz en off» que posiblemente se parezca mucho a la tuya y que tal vez al principio solo diga tu nombre, normalmente para llamar tu atención o advertirte de algún pequeño problema. Más tarde podrás unir palabras, imágenes y sensaciones a diferentes situaciones cotidianas y comprobar que a veces las coincidencias no existen.

Generalmente, tras permitirte a ti mismo admitir que todo esto es cierto y que tú, al igual que el resto de las personas, también posees «esa capacidad» necesaria para presentir lo que hay más allá de nuestros ojos, aceptarás que no estás solo y tu mente se hará más receptiva. Entonces, sueños, sensaciones, palabras, imágenes, emociones y otros signos, irán adquiriendo todavía más sentido para ti al ver que hablan sobre tus cosas, tus dudas y tus inquietudes, es decir, sobre todo aquello que solo tú sabes y entiendes.

Al comunicar con los seres de luz que están a tu lado intenta hacerlo con mucha serenidad y paciencia. Hazles alguna pregunta o cuéntales algún problema; ya sabes que ellos te responderán a su manera. Puede que de repente «tengas» la solución o quizás la «sueñes», y aunque muchas veces la respuesta te parezca un gran rompecabezas y creas que jamás serás capaz de resolverlo, tras darte una segunda oportunidad seguramente encontrarás que la verdad estaba más cerca aún de lo que habías imaginado.

V. Los guias espirituales

«Los guías espirituales son seres muy evolucionados cuya misión es la de ayudarnos y darnos consejo».

Nosotros, aunque en realidad no pertenezcamos a este lugar, hemos venido a un mundo tan denso, tan material, tan duro, tan profundo y a veces tan amargo para aprender y evolucionar, si bien siempre es un alivio saber que en esta tierra tan hostil no estamos solos.

Y es que a nuestro lado hay unos seres tan maravillosos que, demostrando una paciencia infinita, nos tutelan y nos apoyan mientras esperan a que aprendamos. Son los guías espirituales, seres muy evolucionados cuya misión es la de ayudarnos y darnos consejo.

Siempre están ahí cuando los necesitamos, pero son tan respetuosos con nosotros y con nuestra libertad de decisión que no mediarán en nuestras vidas a menos que se lo pidamos. No obstante, todavía hay bastantes personas que no saben que existen; no están interesados en ellos o sencillamente nunca se han planteado esta cuestión. Pero esto no es relevante ya que los guías espirituales no hacen distinciones a la hora de compartir su dedicación.

Existen muchos tipos de guías espirituales y todos están muy interesados en nuestro desarrollo espiritual. Incluso también es muy posible que tengamos la gran suerte de conocer a varios de ellos a lo largo de nuestras vidas según sea o cambie nuestro estado de vibración, pues cuando nosotros subimos y evolucionamos, ellos también lo hacen porque progresan ayudándonos.

Estos guías que ahora nos asisten son además parte nuestra. Es decir, han pertenecido y pertenecen a nuestra gran familia espiritual desde siempre.

Aunque la mayoría de las veces solo tienen un poco más de experiencia que nosotros o simplemente más calidad de amor, es muy importante que los escuchemos ya que nos darán excelentes consejos porque son muy sabios. Pueden ser familiares fallecidos o también seres más elevados que se ofrecen voluntarios, pero, sean unos u otros, afortunadamente estamos eternamente unidos por un nexo natural y de amor existente entre ellos y nosotros.

Para comunicarse se dirigirán a cada persona de diferente manera y siempre en concordancia con su nivel de desarrollo o madurez espiritual, pues no podrán hablarle a alguien muy evolucionado de la misma forma que a quien no lo está, ya que a este le sería muy difícil entender su mensaje. Por lo tanto, si es de vuestro agrado el comunicaros con ellos, estad seguros de que os responderán y de que, además, se harán entender del modo que crean más conveniente para cada uno. Quizás mediante sueños o tal vez a través de imágenes, pensamientos, intuiciones...

Los guías espirituales más evolucionados son los llamados «Maestros Ascendidos». En todas las religiones, filosofías o culturas se habla de seres excepcionales que han venido a la Tierra y se han hecho humanos para ayudarnos e instruirnos. Su misión es la de hacer que todo el conocimiento adquirido por la Humanidad a través de los siglos no se pierda. Su ayuda es inestimable ya que tienen información de primera mano acerca de cómo somos y de cómo nos comportamos porque ellos también han vivido como humanos. Suelen ser guías de grandes grupos, y aunque vivan en otra dimensión diferente a la nuestra, pueden volver a manifestarse con cuerpo físico en la Tierra cuando lo deseen.

A veces confundimos a los guías espirituales con los ángeles, pero no debemos hacerlo porque no lo son. Los ángeles están a nuestro lado para protegernos, y los guías espirituales, además de guiarnos, nos ayudan y nos dan consejo. Un guía espiritual es un ser divino, poseedor de la «chispa» divina igual que nosotros, aunque bastante más evolucionado. Y los ángeles, que pertenecen a otra dimensión y a otro orden jerárquico, son creaciones de Dios pero, a diferencia nuestra, no son sus hijos.

Los ángeles son los protectores de un plan cósmico y, aunque todos tenemos uno que nos protege, nos acompaña y viene enseguida cuando lo llamamos, no debemos confundir a los unos con los otros porque la misión de ambos es diferente.

Los seres espirituales nos ven a todos iguales y no hacen diferencias entre nosotros; es más, nos miran con amor infinito y por supuesto nunca nos juzgan. Solamente nos dan oportunidades, todas las que nos hagan falta, porque el idioma del cielo es el lenguaje de la comprensión y del amor.

No importa lo que seamos aquí en la Tierra, no importa que seamos ladrones, asesinos o mala o buena gente porque a través del filtro de sus «ojos» todos somos vistos como lo que en realidad somos: maravillosos seres espirituales a los que les ha tocado vivir una situación extrema y muy dura en un lugar de aprendizaje tan hostil como la Tierra, la cual posiblemente nos lleve a aprender ciertas cosas o no, pues todo dependerá –y mucho– de cómo sepamos desenvolvernos en este mundo.

Pero, a pesar de esto, también comprenden que todos debemos evolucionar y que además hemos de hacerlo a través de los actos positivos de bondad, compasión y amor que realicemos a lo largo de nuestra vida.

Sin embargo, y pese a que los caminos que cada uno de nosotros hayamos elegido sean diferentes y hasta a veces opuestos, nuestra meta ha de ser la misma, de manera que todos, hasta los más egoístas, hemos de seguir aprendiendo hasta llegar a ser seres santos y poder entrar en el reino de los cielos.

Durante este largo y difícil camino, nuestros guías nunca nos abandonan, aunque es cierto que a veces es nuestra mente la que, algo nublada, no nos deja ver más allá, y al no presentirlos pensamos que están lejos. Pero no lo están, e incluso si nos cerrásemos y persistiésemos en este pensamiento tan triste, esto no podría ser cierto porque, aunque es posible que no podamos verlos o sentirlos en algún momento de nuestras vidas a causa de nuestro estrés, falta de estabilidad, prejuicios o nerviosismo, hemos de tener en cuenta que por su parte no hay ningún problema, que ellos sí que nos ven y que además siempre están y estarán ahí para echarnos una mano en el momento en que se lo pidamos.

Pero, al llamarlos, no debemos de hacerlo con ansiedad o con angustia porque los guías no responden al miedo ni a las tensiones; solamente responden a la confianza, a la tranquilidad y al amor. Además, les encanta ver que sabemos vivir, que somos valientes y que continuamente nos arriesgamos dando un paso más hacia el infinito, facilitando así que el milagro del amor se haga posible a través de la fe y de la confianza que depositamos en ellos y en nosotros mismos.