AGRADECIMIENTOS

A Gonzalo Saavedra e Ingrid Bachmann, por haberme guiado y acompañado en el proceso de elaboración de la tesis doctoral que dio origen a este libro.

A Constanza Mujica, Lorena Amaro y María Angulo, por sus comentarios a mi tesis. Espero haber recogido la mayor parte en esta versión del texto.

A Patricia Poblete y Claudio Lagos, quienes también aportaron en esa revisión.

A Esteban Cabezas, por la paciencia y generosidad de leer y corregir innumerables veces este manuscrito.

A Diego, Catalina e Ismael, por el tiempo que les robé para hacer esta investigación.

A Luisa y Ángel, por creer.




EDICIONES UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

Vicerrectoría de Comunicaciones y Educación Continua

Alameda 390, Santiago, Chile


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ISBN Edición Digital: 978-956-14-2437-1


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TABLA DE CONTENIDO

PRÓLOGO. LA CRÓNICA Y LOS TEMAS ETERNOS DE LA LITERATURA

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I. LA ELUSIVA CRÓNICA

1. La crónica de Indias

1.1. Crónica de la conquista en Chile

2. La crónica modernista

2.1. La crónica chilena entre el XIX y el XX

3. La crónica contemporánea

3.1. Las ciencias sociales y la escritura de no ficción

3.2. El Nuevo Periodismo y la crónica latinoamericana

3.3. Los “nuevos cronistas de Indias”

CAPÍTULO II. QUIÉN HABLA Y CÓMO HABLA EN LA CRÓNICA

1. Historias de la realidad

2. Elementos de la narración

2.1. Distorsiones temporales de orden

2.2. Distorsiones temporales de duración

2.3. Peculiaridades de voz y modo del narrador en la crónica latinoamericana actual

2.4. La distancia en el narrador de la crónica latinoamericana

3. Cómo se aplican a la crónica las definiciones del periodismo literario

CAPÍTULO III. DE QUÉ HABLA LA CRÓNICA

1. Motivos en la crónica según el modelo de Frenzel

1.1. Amazonas y heroínas

1.2. Añoranza de países lejanos

1.3. Arcadia y el salvaje noble

1.4. Bajada al infierno

1.5. Bandido justo, rebelde

1.6. Bufón sabio

1.7. Codicia, avaricia; sed de oro, avidez de dinero

1.8. Decadente, decadencia, el descontento, el melancólico

1.9. Emigrante, emigración, ídolo lejano recuperado

1.10. Ermitaño, estrafalario

1.11. Tiranía y tiranicidio, traidor

1.12. Vida deseada y maldita en una isla

2. Análisis transversal

CAPÍTULO IV. QUÉ HABLAN SOBRE LA CRÓNICA

1. El discurso sobre el boom

2. El discurso sobre el origen

3. El discurso sobre la hibridez de la crónica

4. Los discursos de la crónica en oposición al periodismo convencional

4.1. Subjetividad contra objetividad

4.2. Humanidad contra sensacionalismo

4.3. Burocracia contra pasión

4.4. Crónica subalterna contra crónica hegemónica

5. La crónica en el campo cultural latinoamericano

CAPÍTULO V. DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE CRÓNICA (UNA REFLEXIÓN SOBRE LOS GÉNEROS)

1. La discusión genérica desde el periodismo

2. La discusión sobre los géneros desde los estudios literarios

3. Los géneros en los estudios culturales


CONCLUSIONES

AGRADECIMIENTOS

BIBLIOGRAFÍA

INTRODUCCIÓN

“Es mucho más probable que un editor te pida dos mil palabras sobre la crónica a que publique una crónica de dos mil palabras”, sentenció Martín Caparrós en una entrevista con The Clinic (Pinto, 2016). Su comentario apuntaba a las dificultades para publicar crónicas en medios impresos, pero también ilumina una característica de la crónica que no tiene ningún otro género periodístico: su metadiscurso, generado por sus propios cultores, pero también por la crítica literaria, las secciones de cultura de los periódicos y los investigadores en Comunicaciones y en Literatura.

Esta conversación tiene ya una década y se reaviva cada vez que la crónica se convierte en noticia. Ocurrió en 2017 con el Premio Azul de Literatura para Leila Guerriero, otorgado por la prestigiosa fundación canadiense Blue Metropolis. Ocurrió en 2015 cuando, a propósito del Nobel de Literatura a Svetlana Alexiévich, los diarios iberoamericanos anunciaron la consagración de la escritura de no ficción en el canon literario y, en un movimiento extremo, rápidamente bautizaron a esta autora como “cronista”. Ocurrió en 2013, cuando Mario Vargas Llosa descubrió la antología de Guerriero Plano americano y aseguró en su columna de El País que “sus perfiles y crónicas utilizan técnicas que son las de los mejores novelistas, pero su método de estructurar los textos, utilizando distintos puntos de vista y jugando con el tiempo, así como dando al lenguaje una importancia primordial —tanto en la elección de las palabras como en sus silencios—, no llegan jamás a prevalecer sobre la voluntad informativa” (Vargas Llosa, 2013). Lo que Vargas Llosa planteó como un mérito singular de Guerriero fue leído por algunos medios, nuevamente, como una reivindicación del género de la crónica.

El momento más entusiasta, sin duda, se vivió en 2012, cuando las editoriales Alfaguara y Anagrama coincidieron en publicar antologías de crónica en España. En sus prólogos, los respectivos compiladores, Darío Jaramillo Agudelo y Jorge Carrión, saludaban la aparición de este nuevo género periodístico-literario al que veían como una respuesta a la crisis del periodismo tradicional para contar historias de la realidad.

No era, claro, la primera vez que en el continente se hacía periodismo literario, como lo llama Lluís Albert Chillón en Periodismo y literatura: una tradición de relaciones promiscuas (1999). La formación impartida en las escuelas de periodismo latinoamericanas —la mayoría nacidas entre los años 50 y 70— incluye entre sus lecturas básicas los reportajes y perfiles de Gabriel García Márquez y Tomás Eloy Martínez, grandes escritores de ficción que fueron también grandes periodistas y que nunca abandonaron este oficio. Otros autores clásicos son Alma Guillermoprieto, Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis en México; Osvaldo Soriano y Rodolfo Walsh en Argentina; así como en Chile antes del surgimiento de esta “nueva crónica latinoamericana” se leían textos periodísticos en un rango que va desde la columna de Joaquín Edwards Bello al libro de investigación de Patricia Verdugo, pasando por los reportajes de Ximena Torres Cautivo y Luis Alberto Ganderats en la que fue, entre los años 70 y 80, la revista chilena más cercana al Nuevo Periodismo estadounidense: la Revista del Domingo del diario El Mercurio.

Sin embargo, nunca se había hablado en Latinoamérica de un movimiento propio, continental, como cuando se comenzó a hablar de la crónica. Nunca tampoco se había declarado que las raíces de ese movimiento no estaban en el periodismo anglosajón, sino en la propia historia del descubrimiento y la conquista de América. Nunca se había reivindicado un género periodístico como propio del continente. De pronto, parecía que el periodismo latinoamericano había encontrado una manera única de contar la realidad. Y todo esto ocurría mientras en los países desarrollados la industria de la prensa comenzaba a desmoronarse: por ejemplo, en España solo entre 2008 y 2012 desaparecieron casi doscientos medios impresos, principalmente revistas. En sus declaraciones a medios de comunicación, los nuevos cronistas latinoamericanos planteaban el éxito de este fenómeno periodístico como la respuesta de esta parte del mundo a la crisis de la prensa escrita. Ya lo había planteado Tomás Eloy Martínez en su famoso discurso “Periodismo y narración: desafíos para el siglo XIX” (1997), que la manera de sobrevivir será contar mejores historias:

Tengo plena certeza de que el periodismo que haremos en el siglo XXI será mejor aún del que estamos haciendo ahora y, por supuesto, aún mejor del que nuestros padres fundadores hacían a comienzos de este siglo que se desvanece. Indagar, investigar, preguntar e informar son los grandes desafíos de siempre. El nuevo desafío es cómo hacerlo a través de relatos memorables, en los que el destino de un solo hombre o de unos pocos hombres permita reflejar el destino de muchos o de todos. Hemos aprendido a construir un periodismo que no se parece a ningún otro. En este continente estamos escribiendo, sin la menor duda, el mejor periodismo que jamás se ha hecho. Ahora pongamos nuestra palabra de pie para fortalecerlo y enriquecerlo. (p. 7)

En 1996, Gabriel García Márquez explicó así ante la Sociedad Interamericana de Prensa el trabajo de rescate del periodismo narrativo al que se abocaría la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), creada por él en 1994:

Un grupo de periodistas independientes estamos tratando de hacerlo para toda la América Latina desde Cartagena de Indias, con un sistema de talleres experimentales e itinerantes que lleva el nombre nada modesto de Fundación del Nuevo Periodismo Iberoamericano (…). La duración de cada taller depende de la disponibilidad del maestro invitado —que escasas veces puede ser de más de una semana—, y este no pretende ilustrar a sus talleristas con dogmas teóricos y prejuicios académicos, sino foguearlos en mesa redonda con ejercicios prácticos, para tratar de transmitirles sus experiencias en la carpintería del oficio. Pues el propósito no es enseñar a ser periodistas, sino mejorar con la práctica a los que ya lo son (…). Yo mismo he incurrido varias veces en la tentación de convencer a los talleristas de que un reportaje magistral puede ennoblecer a la prensa con los gérmenes diáfanos de la poesía. (p. 4)

Llama la atención que García Márquez haya elegido Cartagena de Indias como sede de la Fundación. En este gesto se puede leer la voluntad de vincular a los periodistas literarios latinoamericanos con los llamados cronistas de Indias, que registraron los viajes de exploración y conquista de las Indias Occidentales en los siglos XV y XVI, un género que desapareció en la medida en que estos territorios se convirtieron en América.

De hecho, la Fundación bautizó sus reuniones de periodistas como Encuentros de Nuevos Cronistas de Indias, en 2008 (Colombia) y 2012 (México), destinados a generar redes entre reporteros y editores de Latinoamérica y España.

La red de contactos que se creó permitió a los ya denominados cronistas publicarse unos a otros en las respectivas revistas que dirigían, e invitarse unos a otros a dictar talleres y seminarios. En este circuito se integraron universidades, principalmente colombianas, mexicanas y argentinas. El resultado fue el desarrollo de una oferta de publicaciones de crónica y sobre la crónica que visibilizó el fenómeno en el continente y en España.

Con los años, el fenómeno ha decantado. Hay autores que se han transformado en referentes para el periodismo literario iberoamericano y algunos, incluso, han sido publicados en otros idiomas. Sin embargo, varias publicaciones que declaraban dedicarse a la crónica y que surgieron entre 1994 y 2014 han desaparecido (entre ellas, el suplemento El Semanal, del diario La Tercera en Chile) y la propia FNPI ahora no entrega un premio de crónica, sino que creó una serie de premios de excelencia periodística que incluyen reconocimientos en fotoperiodismo, audiovisual e innovación digital.

Diversos autores cuestionan que la crónica sea un género en sí mismo. Chillón plantea, en La palabra facticia (2014), que los textos llamados crónica en Latinoamérica corresponden a las viejas clasificaciones de reportaje, perfil, entrevista o columna.

¿Tiene, entonces, algún sello distintivo la llamada nueva crónica latinoamericana? ¿O su visibilidad mediática se debió más bien a un ejercicio ajeno al texto mismo?

Para responder a estas preguntas se trabajó sobre un conjunto de crónicas antologadas en libros publicados hasta diciembre de 2017 y producidas por los siguientes autores: Leila Guerriero, Martín Caparrós, Alberto Salcedo Ramos, Josefina Licitra, Juan Pablo Meneses, Gabriela Wiener, Julio Villanueva Chang, Cristian Alarcón, Juan Villoro, Daniel Titinger, Alberto Fuguet, Cristóbal Peña, Marcela Turati y Rodrigo Fluxá. Este listado no pretende exhaustivo ni canónico, sino que solo cumple con el objetivo de reunir diversidad de estilos, nacionalidades y generaciones de cronistas.

También se abordaron textos sobre crónica (ensayos, prólogos, columnas y entrevistas) publicados entre 1994 (año de creación de la FNPI) hasta diciembre de 2017, producidos por los cronistas anteriormente mencionados o por los autores considerados por la FNPI como los maestros originales de la crónica latinoamericana actual.

Se incluyeron, además, textos sobre crónica producidos por periodistas (notas informativas y columnas), críticos (críticas) y académicos (artículos académicos), publicados entre 1994 (año de creación de la FNPI) y diciembre de 2017.

A través de un análisis narratológico, de discurso y de géneros se buscó dilucidar qué ha sido la crónica latinoamericana contemporánea y qué ha significado para el periodismo en esta época de transformaciones tecnológicas y culturales en la industria de los medios de comunicación. Esas son las preguntas que guiarán la reflexión en las siguientes páginas.