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Lenka Zajícová

El bilingüismo paraguayo

Usos y actitudes hacia el guaraní y el castellano

Lengua y Sociedad en el Mundo Hispánico
Language and Society in the Hispanic World

Editado por / Edited by
Julio Calvo Pérez (Universitat de València)
Luis Fernando Lara (El Colegio de México)
Matthias Perl (Universität Mainz)
Armin Schwegler (University of California, Irvine)
Klaus Zimmermann (Universität Bremen)

Vol. 22

Lenka Zajícová

El bilingüismo paraguayo

Usos y actitudes hacia el guaraní y el castellano

Vervuert • Iberoamericana • 2009

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Esta publicación ha sido posible gracias al proyecto de investigación “Pluralidad de cultura y democracia” (MSM6198959211) de la Universidad Palacky´ de Olomouc, subvencionado por el Ministerio de la Educación, Juventud y Deporte de la República Checa.

© Iberoamericana, 2009

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ISBN 978-84-8489-439-1 (Iberoamericana)

ISBN 978-3-86527-455-7 (Vervuert)

Diseño de la cubierta: Michael Ackermann

Fotografía de la portada: Lenka Zajícová

Impreso en España

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ÍNDICE

Agradecimientos

Introducción

Bilingüismo y guaraní paraguayo: estado de la cuestión

I.Apuntes sobre la
historia lingüística de Paraguay

1.La época colonial

1.1.Misiones jesuíticas

1.2.La lengua guaraní después de la expulsión de los jesuitas

2.La Independencia

2.1.La época de José Gaspar Rodríguez de Francia

2.2.La época de Carlos Antonio López

2.3.La Guerra de la Triple Alianza

3.La posguerra del 70 y el siglo XX

3.1.El indigenismo de los principios del siglo XX

3.2.La Guerra del Chaco

3.3.La posguerra y los años cuarenta

3.4.La época de Alfredo Stroessner

4.El guaraní en la democracia: marco legal

II.El bilingüismo paraguayo: el mito que se hace realidad y podría convertirse en una leyenda

1.Cómo nace un mito

2.Cómo se podría convertir en una leyenda

3.Cómo se hace realidad: el bilingüismo en los censos nacionales.

III.El “enigma” del yopará

1.Testimonios históricos sobre el yopará

2.¿Qué es el yopará?

2.1.¿Yopará como interlengua?

2.2.¿Yopará como sociolecto?

3.Percepción del yopará por parte de los hablantes

4.El yopará desde el punto de vista teórico

4.1.El yopará a nivel de sistema

4.1.1.¿Yopará como lengua criolla?

4.1.2.¿Yopará como lengua mixta?

4.1.3.Conclusión

4.2.El yopará a nivel de habla

4.3.El valor del yopará

5.Conclusión

IV.Encuestas: metodología

1.Encuestas orales

1.1.Breve acercamiento histórico a los lugares investigados

1.2.Algunas características sociodemográficas de los lugares investigados

1.3.Descripción de la muestra de la encuesta oral

2.Encuestas escritas

2.1.Descripción de la muestra de la encuesta escrita

3.Cuestionarios

V. Contextos y usos lingüísticos

1.Uso lingüístico en la familia

1.1.Uso lingüístico en la familia según la encuesta escrita

1.2.Comunicación entre padres e hijos

1.3.Adquisición del guaraní y del castellano

1.4.Adquisición y bilingüismo

1.5.El guaraní, ¿lengua de intimidad?

2.Contextos del uso preferible del guaraní

3.Uso lingüístico en las relaciones “laborales”

4.Uso lingüístico según la oposición campo/ciudad y nivel alto/bajo

5.Uso lingüístico con las autoridades

6.Síntesis y conclusión

VI.Análisis de las variables sociales

1.Variable social: edad

1.1.Comparación de las tendencias en el uso lingüístico según la variable edad

1.2.Una excursión a la pronosticación lingüística

1.3.Conclusión

2.Variable social: sexo

2.1.Variable social sexo en otros estudios sociolingüísticos

2.2.Conclusión

3.Variable social: nivel sociocultural

3.1.Variable nivel sociocultural en las respuestas de los informantes

3.2.Conclusión

4.Variable social: residencia

4.1.Conflicto entre el campo y la ciudad a nivel lingüístico

4.2.Variación según área urbana-rural en el Censo 2002

4.3.La problemática de la urbanización

5.Conclusión

VII.Educación bilingüe

1.El guaraní en la educación

1.1.La reforma educativa de 1994: educación bilingüe de mantenimiento

1.2.Modalidad Guaranihablante

1.2.1.¿Una modalidad fracasada?

1.3.Escuela Viva Hekokatúva y el debate sobre el futuro de la educación bilingüe

2.Opiniones sobre la educación bilingüe

2.1.Opiniones positivas sobre la educación bilingüe

2.2.Opiniones positivas con reservas y sugerencias

2.3.Opiniones negativas sobre la educación bilingüe

3.Actitudes sociales y lingüísticas

4.Comparación con otras preguntas relacionadas con la EB

4.1.Tipo de escuela preferido para hijos

4.2.Lectoescritura guaraní

4.3.Estudio de otra lengua en vez de guaraní

4.3.1.Lenguas “estudiables”

5.Conclusiones: puntos problemáticos de la educación bilingüe

VIII.Hacia el guaraní estándar

1.Neologismos puristas

1.1.Purismo como ideología

1.2.El grado de purismo y la cantidad de neologismos

1.3.Calcos y neologismos descriptivos

1.4.La inestabilidad de los neologismos

2.Opiniones sobre el guaraní culto

2.1.Opiniones negativas sobre el guaraní enseñado

2.1.1.Ortografía guaraní

2.1.2.Poca unificación

2.1.3.Neologismos

2.1.4.Diferencia del guaraní hablado

2.2.La educación bilingüe, el guaraní estándar y el yopará

2.3.Mejoramiento del guaraní enseñado

2.4.Opiniones positivas sobre el guaraní enseñado

2.5.¿Guaraní = guaraní culto?

3.Lengua estándar

3.1.Funciones de la lengua estándar

3.2.El guaraní estándar pluridialectal: ¿existe una variación diatópica en el guaraní?

4.Conclusiones: problemas en la estandarización del guaraní

IX.Observaciones finales

Siglas y abreviaciones

Bibliografía

AGRADECIMIENTOS

Quisiera expresar mi más profundo agradecimiento a innumerables personas, sin las que la elaboración de este trabajo no habría sido posible.

A quienes en Encarnación, Coronel Bogado, Cambaruguá, Carmen del Paraná, Cambyretá, Capitán Miranda, Puerto Samu’ũ, Concepción, Belén, Santo Tomás, Paso Urunde’y, Horqueta, Villarrica, Colonia Boquerón, Borja, San Sebastián y Valle-Pé me obsequiaron con su tiempo, su amable atención y sus respuestas, para convertirse así en mis informantes.

A todos los directores, docentes y estudiantes de las instituciones educativas de Encarnación, Coronel Bogado, Capitán Miranda, Concepción, Horqueta, Villarrica y Valle-Pé que me dejaron entrar en sus clases para realizar las encuestas.

A tantas personas en Paraguay cuya ayuda ha sido decisiva para poder llevar a cabo mi investigación, en especial a María Eva Mansfeld de Agüero y toda su familia, a Jaroslavo Masek, Lidia Navratil y Rosa Masek Navratil y toda su familia, a Ruth Mariela Mello-Wolter y toda su familia, a Eri Aníbal Román Goiri, a Delia Salvadora Guachire de Soria y su familia, a Cerafina Garay González y su familia, a Daniela y Lucio González y su familia, a Luis Mello y su familia, a Carolina Capli y su familia, a Fátima Ríos Acosta y Carlos Barreto Cortés, a Hedy Penner, a Almidio Aquino y muchos, muchos, muchos más.

A Wolf Dietrich por su asistencia inapreciable de todo tipo en muchas fases de mi investigación y elaboración del presente texto. A Félix Córdoba Rodríguez por abrirme los horizontes de la lingüística hispánica y por su generosa lectura del texto final. A Jiří Černý por su universal apoyo. A Lubomír Kubáček y Jana Vrbková por su ayuda con el análisis estadístico. A Klaus Zimmermann por valiosas sugerencias sobre el texto. A Marcel Arbeit por su inmensa paciencia.

La investigación y la preparación de este libro no habría sido posible sin las becas y subvenciones del programa América Latina de Charles E. Merrill (2001, 2003), de la Facultad de Filosofía de la Universidad Palacký de Olomouc (2001), del proyecto Atlas lingüístico guaraní-románico de la DFG (2003), y del proyecto de investigación “Pluralidad de cultura y democracia” (MSM6198959211), de la Universidad Palacký de Olomouc, subvencionado por el Ministerio de la Educación, Juventud y Deporte de la República Checa (2005-2008).

Aguyjevete!

INTRODUCCIÓN

Paraguay es un país fascinante para los sociolingüistas. Es un país casi completamente mestizo –la población indígena no alcanza ni el dos por ciento1– que habla una lengua indígena, el guaraní, cuya difusión general y buena salud sigue causando maravilla. Actualmente es también un país que, igual que otros países hispanoamericanos, vive un proceso de revalorización de su principal lengua indígena y se esfuerza por convertirla en una lengua moderna, literaria, estándar, apta para cualquiera de las funciones que una lengua estándar tiene que desempeñar en una sociedad moderna. En este proceso tiene un papel importante la reforma de la educación bilingüe, introducida a principios de los años noventa, cuya extensión y ambiciosos objetivos son excepcionales incluso en el contexto hispanoamericano.

En ciertos aspectos este proceso hace recordar el resurgimiento y la emancipación decimonónica de lenguas europeas minorizadas. Muchas de esas lenguas, a pesar de contar en su historia con épocas del desarrollo literario, a finales del siglo XVIII eran marginadas, desterradas de la educación, poco usadas en forma escrita y relegadas a ser habladas por campesinos y capas bajas de la sociedad. Pero las condiciones a principios del siglo XXI, el siglo de la Globalización, del mercado único, de la Red, no tienen mucho que ver con los siglos románticos de la formación de las naciones modernas, que se basaron en la lengua como uno de sus fundamentos, de manera que la unión entre la lengua y la nación ayudó a la supervivencia y desarrollo de ambas.

En aquella época, las distancias eran todavía grandes y las necesidades comunicativas de la mayoría de las personas se satisfacían en su entorno más cercano. Hoy en día, la posibilidad, y para muchos ya necesidad, de comunicarse con “todo el mundo” precisa un instrumento de comunicación universal. El criterio económico influye crucialmente en la elección lingüística, tanto a nivel de decisiones individuales como a nivel de políticas lingüísticas del Estado. Los paraguayos viven a diario este dilema –entre la utilidad económica inmediata de un instrumento de comunicación internacional y la cultura e identidad propias, que a primera vista no parecen traer beneficio económico alguno–, el cual proyectan en la relación ambigua con sus dos lenguas oficiales, el castellano y el guaraní.

El mismo dilema se da a nivel del Estado. El apoyo a las lenguas minoritarias o desaventajadas es costoso y sus beneficios parecen pocos. No obstante, los principios democráticos requieren que todas las personas tengan básicamente las mismas oportunidades de desarrollo, y la posibilidad de recibir la enseñanza de las primeras letras, de ser alfabetizado en su lengua materna, es ciertamente una de las condiciones sine qua non de la anhelada igualdad de oportunidades. Y con más razón en una situación en que la lengua que se ha querido marginar es de hecho la lengua mayoritaria, como es el caso de Paraguay.

Partiendo de la necesidad urgente de combatir el analfabetismo y subir el grado de instrucción de su población, Paraguay empezó una reforma bilingüe del sistema educativo que puede ayudar a convertir el guaraní en una lengua estándar, moderna, desarrollada no solo como lengua hablada, sino también escrita, funcional en todos los dominios, como cualquier otra lengua realmente oficial, para que todos sus hablantes, que son la población mayoritaria, puedan participar y contribuir al desarrollo de la nación –para que se pueda “pescar en la totalidad de los recursos intelectuales existentes en el país” (Zimmermann 2002: 183)–. Sin embargo, hoy en día, cuando la educación en todo el mundo afronta los desafíos de cambios vertiginosos en la comunicación de la sociedad actual, convertir una lengua hablada en una lengua escrita plenamente funcional parece requerir aún más esfuerzo que antes. Pero es una gesta que ciertamente merece la pena.

El presente trabajo no aspira a investigar un tema nuevo, ni a explorar nuevos métodos, simplemente quiere tomar el pulso a la situación lingüística del Paraguay a principios del tercer milenio, en una época de grandes cambios. Mediante una investigación sociolingüística trata de examinar los usos y actitudes que manifiestan los hablantes paraguayos hacia sus dos lenguas oficiales, la educación bilingüe y la formación del guaraní estándar, y procura someter a un análisis detallado la influencia que sobre el uso lingüístico ejercen las diferentes variables sociales, identificar las tendencias que se pueden observar actualmente a nivel lingüístico y social y determinar lo que se puede inferir de ellas para el futuro lingüístico de Paraguay.

La cantidad de datos recogidos en nuestras encuestas, tanto orales como escritas, fue enorme. En el presente trabajo hemos tenido que limitarnos a una selección de solo algunos de los aspectos, los más interesantes desde nuestro punto de vista.

BILINGÜISMO Y GUARANÍ PARAGUAYO: ESTADO DE LA CUESTIÓN

La bibliografía sobre el “bilingüismo paraguayo” y los diferentes aspectos relacionados con la convivencia del guaraní y el castellano es ya casi inabarcable, tanto en su cantidad como en la variedad de temas, e igualmente variada es la calidad de las diferentes aportaciones. Por eso en este apartado vamos a mencionar solamente las obras a nuestro parecer más importantes, y sobre todo aquellas que están relacionadas con los aspectos sociolingüísticos del contacto entre ambas lenguas, es decir, aquellas que vamos a tener más en cuenta a lo largo de este trabajo. Para el resto remitimos tanto a la bibliografía final de este trabajo como a algunos repertorios bibliográficos que aportan información más completa y actualizada.1

Vamos a empezar mencionando al más importante fundador del trabajo científico moderno sobre el contacto guaraní-castellano, que fue, sin duda, Marcos Augusto Morínigo. Su excelente trabajo Hispanismos en el guaraní (1931)2 surgió como uno de los innumerables frutos de la dirección científica de Amado Alonso, que entre 1927 y 1946 estuvo al frente del renombrado Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires (Catalán 1974: 44). Considerando el nivel de los trabajos sobre el guaraní en aquella época, esta obra fue una verdadera revelación, en cierto sentido no superada hasta la actualidad.

El importante impulso tanto a los estudios del guaraní paraguayo como al proceso de la estandarización de la lengua, igual que a la internacionalización del tema, llega casi veinte años después. En febrero de 1950 tiene lugar el I Congreso de la Lengua Guaraní-Tupí en Montevideo, organizado por el Departamento de Estudios Guaraníes de la Universidad de Montevideo, creado cinco años antes (Berro García 1950).3 El evento logra reunir a todos (o casi todos) los guaranistas de la época (y también a algunos especialistas en la familia tupí-guaraní): Antonio Guasch, Eduardo Saguier, Antonio Ortiz Mayans, Guillermo Tell Bertoni, Antonio E. González, Reinaldo J. Decoud Larrosa, Aryon Dall’Igna Rodrigues, León Cadogan,4 Jacobo Philipson, etc., cuyas contribuciones se difunden por el mundo científico gracias a la publicación de las actas en el Boletín de Filología montevideano. Los temas centrales, tratados en numerosas ponencias, eran la estandarización de la grafía y el desarrollo del sistema de numeración en guaraní, la importancia regional de la lengua guaraní, la toponimia guaraní,5 la etimología, o la recolección de la literatura oral. El mismo año, bullicioso para los estudios guara- níticos, se publica al otro lado del Río, en Buenos Aires, el diccionario de Tomás Osuna a cargo de Anselmo Jover Peralta (1950), que aumenta el caudal cada vez más abundante de diccionarios modernos del guaraní, como los de Antonio Ortiz Mayans y Antonio Guasch, que ya llevaban publicadas varias ediciones; todo esto coincide con la publicación de uno de los primeros artículos internacionales sobre el bilingüismo paraguayo, de Donald D. Fogelquist (1950).

En cuanto a los trabajos de índole sociolingüística, entre los años 1954 y 1955 Madeleine Mathiot conduce entrevistas con paraguayos en los Estados Unidos, que luego sirven como base de la interesante ponencia que presenta, en colaboración con Paul L. Garvin, en 1956 en el 5.° Congreso Internacional de las Ciencias Antropológicas y Etnológicas celebrado en Filadelfia (Garvin/Mathiot 1960).6 Es una de las primeras aportaciones científicas a nivel internacional sobre aspectos relacionados con la estandarización del guaraní. En ella, Paul L. Garvin aprovecha los conceptos del Círculo Lingüístico de Praga y sitúa el movimiento estandarizador del guaraní en el marco del traslado de la cultura rural hacia la urbana (v. tb. Garvin 1981).

En 1960, Joan Rubin inicia su primera investigación en Paraguay, cuyos resultados empieza a divulgar a partir de 1962. En 1963 termina su tesis National Bilingualism in Paraguay, que, después de su publicación en 1968 en la editorial Mouton, se convierte en el clásico de los estudios sobre la situación lingüística en Paraguay (v. tb. Rubin 1967, 1973, 1985). En 1964 se incorpora a la discusión internacional José Pedro Rona, basándose tanto en sus observaciones ocasionales (1958) como en una investigación más sistemática (a partir de 1961).

A finales de los años sesenta aparecen dos trabajos lingüísticos importantes sobre el guaraní paraguayo: en 1967 se publica la tesis conjunta de Emma Gregores y Jorge A. Suárez A Description of Colloquial Guaraní (leída en 1961), todavía hoy la mejor gramática descriptiva del guaraní hablado. En 1969 termina su tesis sobre el guaraní clásico de la época de las misiones jesuíticas Bartomeu Melià, que se convertirá en el autor más prolífico sobre el guaraní paraguayo: a partir de los años setenta –desde el atinado estudio sobre el carácter diglósico del bilingüismo paraguayo (Melià 1973b, v. tb. 1973a)– publica innumerables artículos tanto sobre los más diversos aspectos de la convivencia del guaraní y el castellano (v. esp. 1990, 1992, 1995, 1997a, 2001), como sobre el guaraní clásico (2003b) y otros aspectos de las misiones jesuíticas (v. Melià/Nagel 1995), igual que sobre temas antropológicos y etnológicos (1986, 1991, 1997b, 1998). Sumamente importante es también su labor como editor o colaborador en las nuevas ediciones de obras sobre el guaraní, tanto clásicas como modernas (p. ej. Montoya 1640/1993, 1640/2002, 1651/1996; Aragona a. de 1629/1979; Guasch 2002; Cadogan 19922).

En los años setenta, y aún más en los ochenta, se multiplican las contribuciones de los autores paraguayos, como Graziella Corvalán (p. ej., 1976, 1977 [19812], 1982, 1983a, 1983b, 1988, 1989), Natalia Krivoshein de Canese (p. ej., 1983, Krivoshein/Corvalán 1987), y muchos otros, que a menudo publican sus trabajos en la nueva revista bilingüe castellano-guaraní Ñemitỹ, dedicada a la literatura y lingüística guaraní.

A finales de los setenta y a principios de los ochenta destaca sobre todo la serie de estudios de Germán de Granda –que también fue coeditor de una colección que sirvió como importante impulso para los estudios sociolingüísticos en Paraguay (Corvalán/Granda 1982)–, que tratan tanto de temas sociolingüísticos como lingüísticos del castellano paraguayo y las influencias entre el castellano y el guaraní. Los primeros artículos fueron recogidos en 1979 y 1980, y de nuevo, añadiéndose otros, en la voluminosa colección de 1988, pero desde entonces han aparecido muchos más (recogidos, sobre todo, en Granda 1991; 1994; 1999; 2003).

Hasta el momento el interés por el bilingüismo y el guaraní paraguayo parece una carrera de relevos: hasta los años cincuenta son los autores paraguayos o los que residen en Paraguay los que se ocupan del tema. A partir de 1950 el interés lo retoman los especialistas extranjeros y, después de unos comienzos humildes, la segunda mitad de los años cincuenta y los años sesenta suponen un auge de los estudios sociolingüísticos sobre Paraguay, con obras sumamente importantes. En los años setenta pasa el relevo otra vez a Paraguay, donde pronto se puede experimentar un desarrollo importante que se mantiene, junto con las contribuciones de los extranjeros que residen temporalmente en Paraguay, hasta finales de los años ochenta. Los años noventa y el comienzo del tercer milenio traen un renovado interés de la comunidad internacional por la investigación de la situación lingüística paraguaya, lo que fue posibilitado, sin duda, por el fin de la dictadura de Stroessner y la mayor apertura del país.

En los últimos diez años se han publicado varios trabajos sociolingüísticos importantes, fruto de este renovado interés internacional y de trabajo sistemático de campo, que por una parte conectan con el trabajo pionero de Rubin, y por la otra quieren investigar los cambios que sucedieron en Paraguay en los últimos tiempos. Se trata sobre todo del estudio de Yolanda Russinovich Solé (publicado en 2001 a partir de su investigación en 1989; un avance en 1995 y 1996), el detallado trabajo de Daniela Fasoli-Wörmann (publicado en 2002 a partir de su investigación entre 1994 y 1999), una nueva edición reelaborada de una serie de estudios de Shaw Nicholas Gynan (20032 [20011], 1998a, 1998b, 1998c, 1998d; a base de sus investigaciones en 1995 y entre 2000 y 2001), y sobre todo los primeros dos volúmenes del Atlas lingüístico guaraní-románico (= ALGR), dedicados a temas sociolingüísticos (Thun 2002), basado en la investigación realizada a partir del año 1992 bajo la dirección de Harald Thun (Universidad de Kiel), Wolf Dietrich (Universidad de Münster) y Almidio Aquino (Universidad Evangélica del Paraguay e Instituto de Lingüística Guaraní del Paraguay, Asunción). Aparte de estas obras se publican también algunos trabajos de autores paraguayos que tocan temas sociolingüísticos y de políticas lingüísticas, como, por ejemplo, el trabajo algo ecléctico de Sara Delicia Villagra-Batoux (2002) sobre la formación del guaraní literario. Una aportación muy interesante es la de Gabriela Zuccolillo (2002), que se centra en el proceso de la oficialización del guaraní, tratando de descubrir las ideologías que se encuentran detrás de los argumentos de sus impulsores y de todo el proceso constitucional. Además, el mismo Ministerio de Educación y Cultura paraguayo encargó y publicó estudios reveladores que también investigan las actitudes lingüísticas de los hablantes paraguayos (MEC 2001a, 2001b, 2001c, 2001d).

No podemos olvidar la parte integrante de los estudios sobre el contacto guaranícastellano, que son los trabajos que a partir de los años ochenta, ante todo, han ido surgiendo en la zona guaranítica argentina, con el centro en la provincia de Corrientes, cuya variedad del guaraní comparte su origen con el guaraní paraguayo; se trata, por ejemplo, de los trabajos de Inés Abadía de Quant (1993), José Miguel Irigoyen (1994; Abadía/Irigoyen 1980), Silvio M. Liuzzi (1986) y Zulema Armatto de Welti ([1988]2, 2000), entre otros.

Los estudios guaraníticos se cultivan también en varios puntos de Europa: su centro imaginario podría situarse en Alemania,7 sobre todo gracias al mencionado proyecto del ALGR en las universidades de Kiel (Harald Thun) y Münster (Wolf Dietrich),8 con sus equipos de jóvenes investigadores; también hay que mencionar a Wolf Lustig en la universidad de Mainz (que centra su interés, sobre todo, en la literatura guaraní)9 y a Manfred Ringmacher en Berlín (el guaraní clásico; v. tb. 1989, 2008).10 Hay una tradición de estudios guaraníticos en Francia –en París sobre todo gracias a Rubén Bareiro Saguier (1967, 1976, 1978, 1980, 1990) y en Toulouse gracias a Augusto Roa Bastos (cf. tb. Plá 1970; Fernández Arévalos 1970; Pottier 1970)–, y también en España algunos especialistas se han dedicado al tema: además del recién fallecido Germán de Granda, también, por ejemplo, Azucena Palacios en Madrid (p. ej. 1992; 1999; 2001).

Al resultar la situación paraguaya tan interesante desde el punto de vista sociolingüístico, la lingüística descriptiva de ambas lenguas paraguayas se ha quedado subdesarrollada, sobre todo la del guaraní paraguayo.11 Una aportación reciente a este campo es la de Maura Velázquez Castillo (esp. 1996; tb. 1995, 2002, 2004). La lingüística de contacto tampoco se ha dedicado mucho al análisis de los numerosos fenómenos que ocurren en el contacto guaraní-castellano, tanto desde la perspectiva del castellano como desde la perspectiva del guaraní, a pesar de tratarse de un campo idóneo y sumamente rico. Hay trabajos sueltos y muy variados, publicados en Paraguay, sobre todo en cuanto al castellano paraguayo (p. ej., Usher de Herreros 1976, Krivoshein/Corvalán 1987; Lezcano/Lezcano Claude 1988); por otro lado, el tema ha recibido un tratamiento más sistemático por parte de Germán de Granda; se han publicado además datos de las investigaciones para el Atlas Lingüístico de Hispanoamérica de Manuel Alvar (2001), etc.12 En cuanto a los cambios inducidos por el contacto en el guaraní, es, sobre todo, Wolf Dietrich quien ha publicado varios estudios (p. ej., 1994, 1996, 2001, 2004). Faltan descripciones y análisis lingüísticos detallados del habla de los paraguayos, de la tan frecuente “mezcla”, el llamado jopara.13 En este campo ciertamente se puede esperar un desarrollo en los próximos años, también gracias a la publicación de los primeros tomos del ALGR, que se puede considerar el primer corpus del guaraní hablado, y más aún después de la publicación de los siguientes tomos –el primero, sobre el léxico del cuerpo humano y deficiencias corporales, se publicó en 2009 (Dietrich/Symeonidis 2009)–, que investigan tanto el guaraní como el castellano hablado en la zona.14

En cuanto a la descripción del guaraní, aún falta una gramática moderna del guaraní, que completaría el clásico de Guasch (1944, 19967) o el trabajo moderno más logrado de Krivoshein/Acosta (2006, cf. Krivoshein 1983). Con los diccionarios bilingües la situación es algo mejor: hay, por ejemplo, Guasch (1944; 199813); Ortiz Mayans (1990; 19972); Acosta/Krivoshein (1990); Krivoshein/ Acosta (1997; 20022). A principios del tercer milenio se marcó, además, un hito simbólico: la publicación de los primeros diccionarios monolingües en guaraní.15

I.APUNTES SOBRE LA HISTORIA LINGÜÍSTICA DE PARAGUAY

La historia de la convivencia del guaraní y el castellano ha sido tratada numerosas veces; los trabajos más completos sobre el tema son La lengua guaraní del Paraguay y La Lengua Guaraní en el Paraguay colonial de Bartomeu Melià (1992; 2003b). Sin embargo, como las causas de la singular situación lingüística de Paraguay radican sobre todo en su historia, no podemos evitar mencionarla brevemente.

1.La época colonial

Entre los historiadores y sociolingüistas hay un consenso sobre las causas históricas de la situación lingüística de Paraguay; las diferencias se dan solo en el peso que se concede a los diferentes aspectos. Entre los factores principales y primarios se encuentra la forma de la colonización de las regiones del Río de la Plata. En este caso es, efectivamente, más exacto hablar sobre la colonización que sobre la conquista, a pesar de que aquí también hubo sucesos violentos, como, por ejemplo, la suerte de Juan Díaz de Solís, muerto por los charrúas en 1516 durante la primera expedición al Río de la Plata. La segunda expedición de Pedro de Mendoza en 1535 ya tuvo más suerte y resultó en la primera y efímera fundación de Buenos Aires y, sobre todo, en la fundación de Asunción en 1537. La constelación favorable de las circunstancias históricas causó que este primer grupo de unas 300 personas que se establecieron en aquella región trabara relaciones de cooperación mutua y lazos familiares con los guaraníes carios, que terminaron en un rápido mestizaje y en una muchedumbre cada vez más numerosa de “mancebos de la tierra”, hijos de los españoles y las indígenas, que aspiraban al mismo estatus social que tenían sus padres, sin renunciar a lo que habían heredado de sus madres –la lengua guaraní, por ejemplo–. Dado que la fama sobre la riqueza de la región no se había comprobado, siendo la única riqueza la fértil tierra, a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI no llegó ningún nuevo contingente migratorio de importancia (Mora Mérida 1973: 10). Velázquez (1986: 170; cf. Konetzke 1952) estima que de las 3087 personas llegadas al Río de la Plata en las ocho expediciones entre 1535 y 1600, se quedaron en el territorio paraguayo unas 1000-1200 personas. Mora Mérida (1973: 32.49) encuentra, a principios del siglo XVII, solo unos 350 “vecinos” españoles o criollos en Paraguay, lo que supone que el número de pobladores blancos quedó durante todo el siglo XVI prácticamente invariable. Este pequeño grupo estaba rodeado por una inmensa cantidad de indígenas que les fueron “entregados en encomienda” en 1556 por Domingo Martínez de Irala, el primer gobernador de Asunción, y que eran unos veintiséis mil (Mora Mérida 1973: 9; cf. Service 1954: 53). Los españoles llegados después solo reemplazaban en número a los que habían perecido o huido de la paupérrima Asunción, sea para fundar otras ciudades de la región (Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes, etc.), sea para emigrar a Perú, como el grupo de Ñuflo de Chávez, fundador de Santa Cruz de la Sierra (Mora Mérida 1973: 22-23). La división de la “Provincia Gigante de Indias” en 1617, vigente desde 1621, aumentó aún más el aislamiento, y los pocos colonos que llegaron después se asimilaron rápidamente. Desde entonces la provincia siempre estuvo en la periferia del Imperio, fuera de las principales vías de comunicación y de las grandes rutas comerciales. En lo político y social reinaba el aislamiento, en lo económico la necesidad de autoabastecimiento y las industrias caseras, en el comercio el principio de trueque, no habiendo moneda metálica (Velázquez 1966: 9.11). Todo esto facilitaba la asimilación lingüística –y no solo lingüística– de los pocos españoles por la rápidamente creciente población mestiza guaranihablante. La inconstante política lingüística de la metrópoli tampoco ofrecía un marco firme para una castellanización efectiva (Solano 1991; Mištinová 2004).

1.1MISIONES JESUÍTICAS

El segundo factor importante para la permanencia del guaraní fueron las famosas reducciones jesuíticas, que en el siglo XVII y XVIII ocupaban vastas regiones de los actuales Paraguay, Brasil, Uruguay y Argentina. Se trataba de un inmenso espacio de aproximadamente 490.000 km2, aislado hasta cierto punto del resto de la sociedad colonial. En los pueblos exclusivamente indígenas –si descontamos el puñado de misioneros– vivían en la época del mayor auge alrededor de 140.000 habitantes –por lo menos el doble de la población de la provincia “civil” de Paraguay– y la única lengua “oficial” en este territorio era el guaraní, pues esta era la lengua de la mayoría de las etnias que allí se encontraban, la lengua que los jesuitas adoptaron y adaptaron para los fines evangelizadores (Melià 1969, 2003b, Thun 2008). El castellano prácticamente se desconocía en este territorio, salvo los casos aislados de escribas indígenas, cuyo conocimiento era más bien o solo pasivo.

Los misioneros también compusieron las primeras gramáticas y diccionarios del guaraní y las primeras traducciones de textos religiosos, sobre todo oraciones y catecismos.1 El mayor precursor de esta labor en Paraguay es el franciscano Luis de Bolaños, llegado en 1575, que en los años ochenta del siglo XVI creó el primer “vocabulario”, la primera gramática y las primeras traducciones del catecismo, confesionario y sermones (Melià 2003b: 41-42).2 Los jesuitas aprovecharon su trabajo, y también las obras de sus compañeros de Brasil –probablemente aún desconocidas por Bolaños (Melià 2003b: 83)–, que vivían con los indígenas tupí, cuya lengua poco se diferenciaba de las variedades guaraníes de Paraguay. Se trataba, sobre todo, de la gramática de José de Anchieta, impresa en Lisboa en 1595, cuya versión manuscrita apareció ya en 1556, y de los precursores del primer catecismo impreso en tupí de Antonio de Araujo (1618) (Melià 2003b: 78-79). En los años veinte surgen las primeras obras lingüísticas sobre el guaraní de mano de los jesuitas en Paracuaria: Alonso de Aragona escribe su Breve introducción para aprender la lengua guaraní, que es de hecho la primera gramática del guaraní conservada hasta nuestros días, compuesta antes de 1629, el año de su muerte.3 Por otro lado, como afirma Melià (Aragona a. de 1629/1979: 26), en 1625 existía ya la versión manuscrita del “arte y vocabulario” de Antonio Ruiz de Montoya, la máxima figura de esta primera etapa de la lingüística guaraní (cf. Grannier Rodrigues 1997). Entre 1639 y 1640, durante su estancia en Madrid, esta obra se convertirá, junto con el Tesoro de la lengua guaraní y el Catecismo, en las primeras obras impresas sobre el guaraní (1639b, 1640a, 1640b). Son fruto de su trabajo de casi treinta años en las misiones paraguayas, del que escribe en su Conquista espiritual, publicada simultáneamente (Montoya 1639a).4

La labor de estos primeros lingüistas fue continuada por otros jesuitas (v. Melià 2003b), y después de la creación de la imprenta en las reducciones en 1700, se imprimió un número considerable de traducciones e incluso obras originales en guaraní. En los años veinte del siglo XVIII, Pablo Restivo publicó allí una importante edición actualizada y ampliada de las obras de Montoya (Montoya/Restivo 1722, 1724). De la época de las reducciones se conserva también un número elevado de documentos manuscritos de diversa índole, muchos de ellos aún inéditos, dispersos por diferentes archivos: cartas, actas, un diario de guerra, etc. (cf. Melià 2004a). También debía de existir el teatro religioso en guaraní, igual que en otras regiones americanas; sin embargo, si alguna vez se hubiera llegado a escribir o incluso imprimir, está perdido en su totalidad.5

Esta época terminó con la expulsión de los jesuitas, ejecutada en los años 1767 y 1768, lo que supuso el fin de la variedad del guaraní “clásico”, “jesuítico”, pero no significó el fin de la lengua guaraní en el Río de la Plata, puesto que la administración colonial heredó una vasta región con población monolingüe en guaraní que se resistía a cualquier intento de ser castellanizada. Este hecho significó más bien un refuerzo para la comunidad lingüística guaraní en las regiones no misioneras, presente en “toda la gobernación del Paraguay y en la jurisdicción de las Corrientes”, como afirma el jesuita José Cardiel: “En una y en otra ciudad [Asunción y Corrientes], los más saben castellano, pero en las villas y en todas las poblaciones del campo, chacras y estancias no se habla ni se sabe por lo común, especialmente entre las mujeres, más que esta lengua tan corrupta”, o sea el guaraní mezclado con el castellano (1758/1900: 392-393).

El guaraní “jesuítico” desaparece definitivamente después de que culminara el proceso de la disolución de estos pueblos y su integración en la sociedad colonial y más tarde nacional (Maeder 1992).

1.2LA LENGUA GUARANÍ DESPUÉS DE LA EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS

Inmediatamente después de la expulsión de los jesuitas se tomaron medidas que debían conducir a la castellanización, que con nuevas energías se proponía conseguir la monarquía absolutista e ilustrada, personificada por Carlos III (1759-1788). Este esfuerzo encontró su expresión en 1770 en la Real Cédula que ordenaba “que se extingan los diferentes idiomas de que se usa en los mismos dominios, y solo se hable castellano”.6 En lo que se refiere a las antiguas misiones guaraníes, Francisco de Paula Bucareli, gobernador de Buenos Aires, bajo cuya jurisdicción estaban, mandaba en su Instrucción del 23 de agosto de 1768 algo que se volverá a exigir una y otra vez en las escuelas paraguayas hasta mediados del siglo XX:

Para conseguir civilizar perfectamente a estas gentes … es la base fundamental el introducir en estos pueblos el uso de nuestro propio idioma. … Habrá en todos los pueblos una escuela para la educación de los niños pequeños…: en ellas se les ha de enseñar la doctrina cristiana, a leer, escribir y contar en nuestro idioma… y no se permitirá que los muchachos hablen la lengua guaraní durante el tiempo que asistan a sus distribuciones… (Brabo 1872: 200-201).

Este esfuerzo chocó, sin embargo, con obstáculos insuperables: la falta de buenos maestros “españoles” –entiéndase criollos y mestizos–, dispuestos a vivir en estos pueblos, que si bien a veces se encontraban, desconocían la lengua materna de sus alumnos guaranihablantes y tenían que valerse de los indígenas, que terminaban siendo los verdaderos maestros (Maeder 1992: 176); o la poca preparación de la mayoría de los indígenas que se elegían luego –porque resultaba más económico que los maestros criollos–, etc. Los documentos de los gobernadores de finales del siglo XVIII reflejan la suma decepción de este fracaso educacional; así el del virrey Avilés constata: “nuestra lengua [la] ignoran generalmente, pues los que debían procurarlo nada han adelantado, ni los maestros de escuela, que no han sido más que unos zánganos” (Zuretti 1954: 154); o el gobernador Lázaro de Ribera informa al Rey el 18 de mayo de 1796:

Al tiempo de la expatriación de los jesuitas se establecieron en estos pueblos con arreglo a las leyes, escuelas de primeras letras con el importante fin de que los naturales aprendiesen la doctrina cristiana en lengua castellana, a leer y escribir y contar. Pero, ¿qué es lo que hemos adelantado en 28 años de fatiga? … Los indios se mantienen en una ignorancia absoluta de nuestra lengua… Por una fatal desgracia y por varias causas que no precisa referir aquí, hemos llegado al extremo de que la lengua del pueblo conquistado sea la que domine y dé la ley al conquistador, que los indios se mantengan intratables y separados de nosotros…7

De ese modo, incluso después de 1800, cuando el pueblo de San Javier buscaba un maestro indígena que enseñara el castellano, “apenas encontró a unos cuatro que ‘hablaban medianamente el español’” (Melià 1999b: 401-402). También Félix de Azara, que viajó a las antiguas misiones durante su estancia en la región del Río de la Plata entre 1781 y 1801, afirma: “Según he podido juzgar visitando todos los pueblos, ninguno entendía el español, ni leían ni escribían, sino en guaraní los pocos precisos para llevar cuenta de las entradas y salidas de almacenes” (1847: I,285 = 19433: 186).

Los escritos de Azara, que llegó a Asunción en marzo de 1784 (1790/1990: 168), son probablemente el mejor testimonio sobre Paraguay a finales de los tiempos coloniales.8 Al describir a los “españoles” de Paraguay –es decir, los criollos y mestizos e incluso indígenas, pues, como escribe en otro lugar, “muchos indios han pasado a ser españoles” (1790/1990: 103)–, afirma: “Aunque casi todos hablan castellano por lo común usan guaraní, algo distinto del de los guaraní y tapé” (1790/1990: 161). Esta nota es interesante, pues podría tratarse de uno de los primeros testimonios sobre un bilingüismo extendido en Paraguay y sobre la preferencia por el uso del guaraní. Sin embargo, las siguientes observaciones suyas sugieren más bien un monolingüismo guaraní y un conocimiento del castellano en casos excepcionales, reservados a la élite:

…los españoles del Paraguay y sus vecinos los habitantes del distrito de la ciudad de Corrientes proceden principalmente de la mezcla de sus antepasados con las indias, como hemos dicho. Por esto hablan guaraní, y sólo las personas instruidas y los hombres de la villa de Curuguaty entienden el español… (Azara 1969: 280).

La diferencia en el origen de los españoles… ha producido otra en los idiomas de los gobiernos de Buenos Aires y Paraguay, porque en aquél sólo se habla castellano, y en éste sólo el guaraní, sucediendo esto mismo en la ciudad de Corrientes por su inmediación al Paraguay: sólo los más cultos entienden y hablan el español. Esto tiene una excepción en la villa de Paraguia de Caruguati, donde los varones hablan siempre entre sí español, y con las mujeres siempre el guaraní (Azara 1847: I, 298 = 19433: 195).

En otro lugar, mencionando el mismo caso curioso de Curuguaty, añade: “Esto parece aún más extraordinario cuando se sabe que todos los otros españoles del Paraguay hablan siempre el guaraní y solo los muy educados hablan español.” Y continúa señalando de nuevo el estatus prestigioso del castellano:

Los españoles, fundadores de la ciudad de que acabo de hablar [Curuguaty], tomaron mujeres indias. Sus hijos aprendieron el lenguaje de las madres, como era natural, y probablemente conservaron el español; mas como cuestión de honor, para probar que su raza era más noble. Pero los españoles del resto de esta provincia no pensaron así, sino que olvidaron su lengua, sustituyéndola por la de los guaraníes (Azara 1969: 220).

Las observaciones de Azara son interesantes por sí mismas, pero el hecho de que varios aspectos a los que se refiere no hayan cambiado desde entonces, es decir, la relación del castellano con el nivel social alto, con la educación, con el ambiente urbano –como hemos visto ya arriba en el comentario de José Cardiel (1758/1900: 392), que reduce el conocimiento del castellano a las ciudades de Asunción y Corrientes–, sugiere la idea de estabilidad de la situación lingüística postulada por varios autores, a la que vamos a volver más adelante.

2.La Independencia

Otra serie de testimonios sobre la importancia del guaraní data de la época de las luchas por la independencia y se refiere tanto al territorio de las antiguas misiones como al futuro Paraguay. El guaraní está presente en las conocidas cartas y proclamas del general Manuel Belgrano, representante de la Junta de las Provincias del Río de la Plata, dirigidas a la población de las antiguas misiones antes de empezar su campaña paraguaya en 1810 (Morínigo 1969: 49-72).9 Es interesante que Belgrano se dirige en guaraní no solo a los naturales de los pueblos misioneros, a su ejército formado mayormente por los misioneros y correntinos, o cuando escribe a los comandantes de los diferentes pueblos misioneros, como Itapúa (Encarnación) y Candelaria; también escribe en guaraní al gobernador de Paraguay Bernardo de Velasco, al Cabildo de Asunción, al obispo de Paraguay o al comandante de Misiones Thompson, es decir, a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas que hablaban español, pues en su mayoría eran españoles o criollos. La intención de Belgrano parece ser, por tanto, la de escribir unas cartas abiertas a todo el pueblo, que a su vez dan un testimonio cierto de la presencia del guaraní como vehículo de comunicación popular en toda aquella región (Morínigo 1969: 52-53). No es la única evidencia de esa época, por ejemplo, John Parish Robertson, un viajero y comerciante inglés, escribe en una carta en 1811 sobre Corrientes: “aquí el lenguaje de los aborígenes, o guaraní, ha hecho inútil en gran proporción el español, y exceptuando a los hombres de la mejor clase, pocos se expresan en castellano con fluidez y corrección” (cit. en Melià 1992: 158).

Por otra parte, las nuevas élites nacionales que se están formando durante las luchas por la independencia continúan los esfuerzos castellanizantes de la monarquía absolutista. En su decreto sobre la organización de los antiguos pueblos misioneros, Belgrano ordena:

…aunque no es mi ánimo desterrar el idioma nativo de estos pueblos; pero como es preciso que sea fácil nuestra comunicación, para el mejor orden prevengo que la mayor parte de los cabildos se ha de componer de individuos que hablen castellano y particularmente el corregidor, el alcalde de primer voto, el síndico procurador y un secretario que haya de extender las actas en lengua castellana (cit. en Morínigo 1969: 51-52).

En Paraguay, Fulgencio Yegros, Pedro Juan Caballero y Fernando de la Mora, miembros de la Junta Superior Gubernativa del Paraguay independiente, fundan en 1812 la Sociedad Patriótica Literaria, en cuya instrucción para maestros de las escuelas de primeras letras se lee: “una de las cosas que más habrá de cuidar [el maestro] es que se hable castellano, desterrando el idioma nativo…” (cit. en Genes Hermosilla 2002: 412; cf. Cardozo 1985: 193).

2.1LA ÉPOCA DE JOSÉ GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA

Los esfuerzos castellanizadores fueron interrumpidos pronto por la subida al poder de José Gaspar Rodríguez de Francia, cuya dictadura (1814-1840) supone otro factor decisivo para el mantenimiento del guaraní. Su política de aislamiento total, cuando nadie podía entrar ni salir de Paraguay –que practica a partir del 1 de junio de 1816 para ayudar a impedir la inminente incursión de Artigas–, y algunas otras medidas durante su gobierno significaron un auténtico destierro del castellano. Los extranjeros hispanohablantes salieron del país y los pocos que se quedaron debían ser asimilados. Parece que incluso existía un decreto francista “por el cual los españoles no podían contraer matrimonio con españolas en estas tierras sino solamente con negras o indias del lugar” (Suárez 2001: 31-32).

Hay escasos testimonios independientes sobre la situación lingüística de entonces; uno de ellos, el de Alcide d’Orbigny, ilustra bien, aun desde fuera, el papel privilegiado que el guaraní tenía en el Paraguay francista. Este viajero y científico francés pasó el año 1827 en la provincia de Corrientes, y, al describir la forma peculiar del comercio “internacional” que de vez en cuando permitía Francia a los correntinos por vía fluvial, observa: “Se pone como propietario [del barco] a un joven de Corrientes, con instrucciones para la venta. Es necesario que este y sus marineros sepan hablar bien el guaraní, porque el desconocimiento de ese idioma los haría sospechosos de ser de Buenos Aires” (20022: I,351).

Aun no pudiendo dar evidencias directas sobre Paraguay, d’Orbigny da muchas sobre Corrientes, en cuya descripción detallada toca varias veces temas lingüísticos. Sus observaciones concuerdan con lo que escribía Azara un cuarto de siglo antes y pueden servir para completar el cuadro sobre la situación lingüística de la región, habiéndose hecho sobre un territorio que hasta hacía poco compartía la misma historia con Paraguay:

Como los habitantes tienen mucha mezcla de sangre guaraní, o por lo menos han sido educados por mujeres de esa nación, el idioma natural del país es todavía el guaraní, y el español sólo es empleado, bastante mal, para conversar con personas ajenas a la provincia. Los niños educados por los criados, que sólo hablan entre sí la lengua india, la aprenden desde la cuna. Sólo más tarde y en la escuela estudian el español; por eso, en el interior, la lengua familiar es únicamente el guaraní. Los hombres siempre emplean de preferencia ese idioma cuando hablan con mujeres del país. Sólo hacen al extranjero el honor de hablar español. En muchas partes del campo es raro encontrar, entre los indios o mestizos, gente que entienda español. Sólo los blancos lo hablan bien que mal (Orbigny 20022: I,380-381).

D’Orbigny también lamenta el poco nivel de estudios de las personas que no han salido para estudiar fuera de la provincia y añade una nota más sobre su conocimiento de la escritura: “Estos apenas saben escribir su idioma de manera legible y no asombrará saber que la lengua indígena se conserva, hasta hoy, en el seno de las familias y que muchas personas de la ciudad hablan con dificultad el español” (20022: I,363).

En el Paraguay francista, después de la salida de los extranjeros tuvieron que cerrarse los colegios secundarios por falta de profesores, y las escuelas primarias tampoco florecían: hacia 1834 el Estado mantenía a 150 maestros que enseñaban a unos 5000 alumnos, una mínima parte de la población en edad escolar (White 19892: 138, cit. en Melià 1992: 165). El guaraní se convirtió en un aliado ideal de la doctrina aislacionista de Francia y su época resulta prácticamente en una victoria del monolingüismo guaraní,10 como ilustra la observación sobre el Paraguay de 1838 de John Parish Robertson, a finales de la época francista: